El plan 7+7 que se aplica desde junio de 2020 para frenar la pandemia supone que la población mantenga una cuarentena radical por 7 días y luego flexibilizar las restricciones la semana siguiente. ¿Funciona?

Siete días de cuarentena radical, seguidos de siete días de flexibilización. Ese es el plan del Ejecutivo de Maduro para frenar los contagios.

Al comienzo de la pandemia, las restricciones durante la semana radical se aplicaban de manera rigurosa, aunque se hacían excepciones en zonas populares o de más difícil acceso para fuerzas de seguridad y se modificaba en ocasiones el plan para flexibilizar algunos días festivos.

Pero, a un año de pandemia y en medio de una segunda ola mucho más devastadora, la lenidad con que se aplican las medidas de restricción preocupan a los expertos, que ven el 7+7 como un plan político más que sanitario. La tercera semana de mayo de 2021 es de cuarentena radical en Caracas, pero, en las calles, el flujo de personas es moderado y el tráfico normal.

Un plan de difícil implementación

Aunque se ha demostrado que paralizar la actividad social sirve para prevenir contagios, el plan 7+7 ha sido mejor implementado en las zonas donde hay mejores recursos económicos. Un patrón que también se ha hecho evidente en otros países.

La politóloga Carmen Beatriz Fernández explica a la Deutsche Welle que “al bajar la escala socioeconómica, a la gente le resulta difícil aceptar el confinamiento porque viven día a día trabajando de manera informal, así que el alcance funciona de manera muy limitada y en estratos de clase media y alta”.

Las restricciones también han dejado huella sobre la grave situación económica que ya venía padeciendo Venezuela por el deterioro productivo del país.

La economista Silvana Pezzella, por su parte, explica que durante la crisis sanitaria varias empresas cerraron sus puertas, dejando sin trabajo a una gran parte de la población. Pezzella concluye que “el esquema 7+7 ha sido perjudicial para las industrias no esenciales, industrias ensambladoras que no están contempladas en los esquemas de flexibilización. De hecho, en los últimos dos años, el número de industrias manufactureras ha disminuido en un 25%, lo que ha producido que se incremente aún más el ya muy grande sector informal de la economía”.

En los momentos más preocupantes de incrementos de contagios en Venezuela, la respuesta del Ejecutivo ha sido buscar responsables externos y aplicar nuevamente el plan 7+7.

Pero, para muchos dentro del sector sanitario, lo importante es que se hagan cumplir las restricciones. El Secretario de la Academia Nacional de Medicina, Dr. Huniades Urbina-Medina enfatizó en que “no existe un cumplimiento ni por parte de la ciudadanía ni por parte de los órganos de seguridad del Estado a hacer cumplir la norma de estar cerrados 7 días y funcionando los otros 7 días y las cifras de contagiados lo están demostrando”.

Cifras oficiales versus datos reales

Con más de 2.400 fallecidos por el coronavirus y un promedio de entre 800 a 1.000 contagiados diarios, Venezuela es uno de los países con una de las tasas de contagios más bajas, con 54,3 contagiados por cada 100 mil habitantes. Sin embargo, expertos de salud sugieren que las cifras oficiales no son las reales, y que los casos podrían fácilmente multiplicarse por 10.

Sean ciertas las cifras oficiales o no, el temor por una tercera oleada es grande. El Dr. Urbina-Medina explica que “en Venezuela probablemente vamos a tener una tercera ola mucho más severa y el clamor que seguimos haciendo desde la sociedad civil y las organizaciones científicas es que adquieran la mayor cantidad de vacunas que estén precalificadas por la OMS”.

La recomendación internacional es que se vacune el 70% de la población para erradicar el virus y, por los momentos, “apenas hemos llegado al 2,5% de la población. Eso quiere decir que no estamos nada protegidos por vacunas” lamenta el Dr. Urbina-Medina.

Politización de las vacunas

Desde que surgió una oferta y demanda por las vacunas el tema se ha politizado en Venezuela. Un factor determinante para recibir vacunas ha sido el sistema COVAX de la OMS, cuya gestión en Venezuela estaba siendo liderada por el opositor Juan Guaidó.

Cuando ya Venezuela estaba en la lista para recibir vacunas de Astra Zeneca, Nicolás Maduro prohibió su ingreso, “retrasando la entrada de vacunas y poniendo en riesgo la vida de venezolanos por un capricho político”, comenta Carmen Beatriz Fernández.

Los tres expertos concuerdan que las vacunas son fundamentales para frenar los contagios y muertes por encima de los planes de seguridad. Pero, el gran problema para algunos, es la falta de credibilidad del Ejecutivo. “Desde el principio, han manipulado las cifras” explica Fernández.

“Al hacer pocas pruebas PCR parece que hay pocos casos; pero eso, a la larga, perjudica a la sociedad, porque la demanda de vacunas en el mundo es muy alta y la manera de negociar la oferta es demostrando la necesidad que cada país tiene. ¿Cómo va argumentar el Estado venezolano una necesidad de vacunas teniendo unas cifras oficiales tan bajas de contagiados por COVID?” se pregunta Fernández.