Se trata de una propuesta “imperiosa, necesaria, urgente y deseable”, sostiene el investigador de la CEPAL Pablo Yanes. La pregunta es qué tan viable es una idea de ese tipo en la región.

¿”Te ganarás el pan con el sudor de tu frente”? O más bien, “todo el mundo tiene derecho al pan, por el solo hecho de ser humano”. La implementación de una renta básica universal implica sostener la segunda de estas opciones.

E incluso, considerar la primera alternativa casi ficticia en una región como Latinoamérica, en que “la gente quiere trabajar y no consigue empleo, o le ofrecen un empleo en condiciones indignas”, según indica el economista argentino Rubén Lo Vuolo, investigador del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas, en diálogo con nuestro medio asociado Deutsche Welle.

Una “renta básica universal” o “ingreso ciudadano” consiste en “una transferencia de ingresos a las personas, de forma individual, permanente, periódica, universal e incondicional”, explica el experto.

Y, por cierto, en su carácter de incondicional la iniciativa se diferencia de prácticamente todas las políticas sociales vigentes.

“Si para darle un beneficio a usted le piden que sea pobre, usted nunca va a salir de la pobreza, si cuando sale de la pobreza, le sacan el beneficio”, remarca Lo Vuolo. “El ingreso ciudadano supone la lógica contraria: es independiente de la situación personal de cada uno”, completa el investigador.

¿Una propuesta viable para Latinoamérica?

Ahora bien: ¿se trata de una propuesta viable para Latinoamérica? Para el economista Pablo Yanes, Coordinador de Investigaciones de la sede subregional de la CEPAL en México, “la implementación de un sistema de renta básica universal en América Latina es imperiosa, necesaria, urgente y deseable”, afirma en entrevista con DW.

Y sobre el sensible punto de cómo podría financiarse una iniciativa semejante, Yanes puntualiza: “Nosotros estimamos que la evasión y elusión fiscal en América Latina y el Caribe es del 6% del PIB. Pues bien, allí hay una masa de recursos muy importante”.

Y sigue: “Por otro lado, diversos países y experiencias locales han empezado a construir iniciativas con la lógica de la renta básica con base en sus propios recursos, sin recurrir a endeudamiento. Tal es el caso de México, donde existe una pensión universal para adultos mayores”.

“En todos los países de América Latina se puede empezar con la propuesta”, apunta, por su parte, Rubén Lo Vuolo. “De manera gradual y analizando país por país”, aclara.

¿Por dónde empezar?

“En los países que tienen un sistema de protección más amplio, como Uruguay, hay que reformar y, en algunos casos, suprimir programas y reemplazarlos por una renta básica”, explica el economista argentino.

“En otros países, como los de Centroamérica, que no tienen estos programas, habría que empezar a construir lo nuevo con criterios como los que tiene la renta básica”, completa.

Todo esto debería darse de la mano de una reforma tributaria en los diferentes países. “América Latina tiene una estructura tributaria basada en impuestos indirectos, impuestos al consumo, pero tiene muy poca recaudación por patrimonio, por ingresos personales, o por impuestos a las herencias”, describe Lo Vuolo. “Por lo que la posibilidad de ampliar la base de impuestos directos es muy amplia”, indica.

Quienes critican la iniciativa señalan que ésta sería una suerte de “incentivo a la vagancia”.

Sin embargo, “pensar que la gente tiene una proclividad a la holgazanería y que trabaja solo por temor al hambre o la carencia, es absolutamente falso”, dice Yanes. “Yo más bien pienso que cuando uno tiene cierta seguridad económica, por el contrario, trabaja mejor y es más innovador”, afirma.

Si no es ahora, cuándo

La pandemia, en tanto, ofrece un especial escenario para la propuesta. “La situación actual ha obligado a cambiar políticas que eran completamente inerciales y a plantearse nuevas preguntas”, afirma el investigador de la CEPAL.

“¿Cuánto cuesta no tener la renta básica, cuánto cuesta en términos de precariedad, de proyectos de vida truncados, de años de vida saludables que no se lograron, de talentos de la población que no se pudieron desarrollar?”, se pregunta Yanes de manera retórica.

Y también: “¿qué hubiera pasado si la pandemia nos hubiera alcanzado con un ingreso básico ya en operación? Es evidente que las condiciones en términos de pobreza y sufrimiento para millones de hogares hubieran sido completamente diferentes”, concluye.