El presidente brasileño Jair Bolsonaro diluyó sustancialmente este viernes una ley sobre el uso de mascarilla en lugares públicos para enfrentar la pandemia de coronavirus, vetando los artículos que exigían su uso obligatorio en comercios e iglesias.

El empleo de barbijo en lugares públicos ya es obligatorio en varios estados, como Sao Paulo y Río de Janeiro, por determinación de leyes locales.

Pero la ley aprobada por el Congreso y promulgada por el mandatario ultraderechista, que utilizó su derecho a veto en varios artículos, es la primera de este tipo a nivel nacional.

Uno de los artículos estipulaba la obligación de usar mascarillas en “establecimientos comerciales e industriales, templos religiosos, locales de enseñanza y demás lugares cerrados en los que haya reunión de personas”.

Bolsonaro alegó que este artículo era inconstitucional porque podía justificar una “posible violación de domicilio”, al referirse a esos otros “lugares cerrados”.

Sin embargo, la Cámara de Diputados informó que ese fragmento se refería a espacios públicos y privados “accesibles al público” y no a los domicilios particulares, protegidos por la Carta Magna.

Bolsonaro vetó asimismo un artículo que obligaba a los comercios e industrias a proporcionar barbijos a sus empleados y otro que obligaba al poder público a distribuir máscaras a la “población económicamente vulnerable”.

El Congreso deberá ahora analizar los vetos del presidente y decidir si los mantiene o los revierte.

Una jueza brasileña anuló el martes un fallo que obligaba al presidente Jair Bolsonaro a usar mascarilla en lugares públicos de Brasilia,
por considerarlo innecesario dado que su uso ya es obligatorio en el Distrito Federal.

Desde el inicio de la pandemia, Bolsonaro ha minimizado la enfermedad causada por el coronavirus y participado en varios eventos públicos sin usar mascarilla, además de criticar las medidas de aislamiento social implementadas durante más de tres meses en varios estados para contener la propagación.

Brasil es el segundo país más golpeado por el virus, con más de 61.000 muertos y casi 1,5 millones de casos confirmados, una cifra que los especialistas estiman podría ser hasta diez veces superior debido a que no se están realizando suficientes test.