El Senado le dio este martes 22 de octubre la segunda y definitiva sanción a la reforma al sistema de jubilaciones impulsada por el Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, que apostó todas sus cartas a este proyecto para tratar de recuperar la economía del gigante latinoamericano que entre 2015 y 2016 atravesó una aguda crisis.

El texto fue aprobado por 60 votos a favor contra 19 en contra a última hora. Todo sucedió antes de que el presidente del Senado, Davi Alcolumbre, suspendiera el debate y convocara una sesión para concluir la votación el miércoles 23 de octubre.

El polémico proyecto, que enfrentó una fuerte resistencia por parte de sindicatos y la menguada oposición de la izquierda brasileña, traza una meta de ahorro que podría llegar a los 870.000 millones de reales, cerca de 217.500 millones de dólares, en aproximadamente diez años. El Gobierno plantea que con este dinero se podría poner fin al abultado déficit fiscal del país.

Pero para alcanzar este objetivo, la ley contiene una serie de medidas ampliamente cuestionadas: impone una edad mínima de jubilación para las mujeres de 62 años y para los hombres de 65. Brasil era hasta ahora uno de los pocos países del mundo sin exigir una edad para pensionarse. Adicionalmente, impone un tiempo mínimo de contribución a la seguridad social de 15 años para las mujeres y de 20 años para los hombres que aspiren a la jubilación, entre muchas otras normas que la izquierda ha denunciado como una “eliminación de derechos” que los brasileños habían adquirido a lo largo de décadas.

Sin embargo, el proyecto contempla algunos casos especiales. Por ejemplo, la edad mínima de jubilación para los trabajadores del campo se mantuvo en 55 años para las mujeres y 60 para los hombres. El tiempo mínimo de contribución para ellos sería de 15 años.

Tras conocer la noticia, el presidente elogió lo hecho por el Senado: “¡Felicitaciones al pueblo brasileño! ¡Esta victoria, que allana el camino para que nuestro país finalmente despegue, es tuya! ¡Brasil es nuestro! ¡GRAN DÍA!”” tuiteó Bolsonaro desde Asia, donde está haciendo una serie de visitas oficiales.

Paralelamente, en declaraciones a periodistas en Brasilia, el ministro de Economía, Paulo Guedes, cuyo equipo presentó la reforma, dijo que el Congreso había hecho “un trabajo hermoso” y que estaba “muy contento con el resultado”.

El Gobierno de Bolsonaro y algunos economistas consideran que la reforma pensional es crucial para estabilizar las finanzas públicas de Brasil y restaurar la confianza de los inversores. Dos condiciones que, según dicen, conducirán a un crecimiento más fuerte y más sostenible en la economía más grande de América Latina.

La transformación de la reforma en su tránsito por el Legislativo

La propuesta original apuntaba a un ahorro fiscal de al menos 1.237 billones de reales en la próxima década. Pero eso se diluyó a poco más de 900 mil millones de reales en su estancia en la Cámara Baja y luego se rebajó a alrededor de 800 mil millones de reales en la primera ronda de votación en el Senado.

A pesar de que no se logró el ahorro previsto, los mercados brasileños respondieron positivamente tras el resultado en el Senado. Las acciones alcanzaron un máximo histórico.

El índice de referencia de Brasil, Bovespa, subió 1.1% para cerrar en 107,197 puntos, rompiendo por encima de 107,000 puntos por primera vez. En esta línea, el real aumentó más del 1 %, tocando el 4.06 por dólar por primera vez en más de dos semanas.

Las finanzas públicas del gigante latinoamericano se han visto bastante afectadas debido en parte a los fuertes desembolsos para la seguridad social
, pero también porque los ingresos fiscales han estado muy por debajo de las expectativas debido al débil crecimiento.

De modo que esta reforma es la gran apuesta del Gobierno para intentar impulsar una economía a la baja cuyo Producto Interno Bruto (PIB) perdió siete puntos porcentuales entre 2015 y 2016, y se expandió un insuficiente 1 % anual en 2017 y en 2018.

Esta era la reforma crucial para Bolsonaro en su primer año de Gobierno. Sin embargo, el FMI estima que el PIB brasileño crecerá este 2019 un 0,9 %, muy por debajo del 2 % que la mayoría de los economistas proyectaban a inicio de año.