Catorce años después, el expresidente boliviano Carlos Mesa está nuevamente a las puertas del poder, luego de que una conjunción de circunstancias lo convirtiera en la única opción que puede derrotar en las elecciones del domingo al mandatario Evo Morales.

“¿Por qué entré en política?”, suele cuestionarse este historiador y periodista de 66 años. Y él mismo responde de manera simple y directa: por “la idea de estar en el centro de las cosas y trabajar para moverlas y cambiarlas”.

Carlos Diego de Mesa Gisbert, nacido en 1953 en La Paz, es descendiente de una familia de Alcalá la Real (España) y era “outsider” en política, pero se vio sumergido en el ojo de la tormenta en momentos determinantes de la historia boliviana.

Elegido vicepresidente en 2002, renunció un año después mientras el presidente liberal Gonzalo Sánchez de Lozada reprimía una rebelión popular que se saldó con más de 60 muertos.

“Los muertos te van a enterrar”, le reprochó entonces al gobernante, según evoca en su libro “Presidencia sitiada”
, donde recoge episodios de esa época.

Criticado por ser supuestamente pusilánime, Mesa sucedió luego a Sánchez de Lozada en la presidencia. Renunció dos veces -la primera fue rechazada por el Congreso- y se fue finalmente en 2005.

AFP
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Su amigo Alfonso Gumucio, con quien comparte la pasión de la crítica cinematográfica, afirma que Mesa es “un hombre que reflexiona, quizás también un hombre que sueña”.

En un papel escrito en 2008 para la presentación de “Presidencia sitiada”, Gumucio revela algunos rasgos de la personalidad del exmandatario: “Es un hombre increíblemente metódico y sistemático, no solamente en su trabajo, sino en su vida cotidiana, capaz de registrar todos los goles del Bolívar o los detalles de cómo pilotear un DC-3”.

“Si hay algo que se le puede reprochar a Carlos es su fundamentalismo en eso de no beber una gota de alcohol.
Lo más cerca que llega a ello es a oler una copa de buen vino; incluso es capaz de aconsejar una cepa o una bodega de su predilección”, agrega.

Quienes lo conocieron en su juventud lo recuerdan con barba y melena compitiendo ante las cámaras del canal estatal, el único de entonces, en el programa “Premio del saber”.

Años después, Mesa obtuvo el premio Rey de España, en 1994, y después el Premio Nacional de Periodismo en 2012.

Una pesada carga

Mesa fue presidente de Bolivia sin partido que lo respaldara, situación que le complicó la gestión y lo llevó a dimitir.

Agobiado por una presión social e inestabilidad política incontrolables, dejó la silla presidencial al abogado Eduardo Rodríguez Veltzé, quien llamó a elecciones en 2005, ganadas por Evo Morales.

Sin la lección aprendida, Mesa volvió a postularse ahora sin partido propio, con sigla prestada del Frente Revolucionario de Izquierda (FRI), un partido minoritario del extinto líder maoísta Oscar Zamora, quien terminó aliado con la derecha en la década de 1990.

La candidatura de Mesa es impulsada por Comunidad Ciudadana (CC), un colectivo de partidos pequeños, plataformas ciudadanas y líderes regionales.

Vocero de causa marítima

A pesar de sus marcadas diferencias con Morales, Mesa aceptó ser el vocero de la demanda marítima que Bolivia presentó en 2013 ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, por lo que visitó varios países en busca de apoyo a la causa.

El 1 de octubre de 2018, la Corte dictaminó finalmente que Chile no tenía obligación de negociar un acceso al mar para Bolivia.

Días después de ese traspié nacional, Mesa anunció su postulación para disputarle a Morales una hegemonía de 13 años.