La reforma para endurecer el régimen de jubilaciones en Brasil entró en la recta final al ser aprobada este martes en primera votación del Senado, con lo cual el gobierno de Jair Bolsonaro está a un paso de consolidar un proyecto considerado clave para recuperar la confianza en la economía brasileña.

Tras casi cuatro horas de debates, los senadores avalaron el texto base por una mayoría de 56 contra 19, superando el mínimo requerido para reformas constitucionales de tres quintas partes de los votos (49 de los 81 senadores).

“Esta es la mayor reforma del Estado”, dijo el presidente del Senado, Davi Alcolumbre, poco antes de anunciar los resultados.

En esta primera ronda los senadores aún deben votar 10 solicitudes de cambios en el texto, pero la segunda y última votación está prevista para la próxima semana o a más tardar a mediados de octubre, tras lo cual el proyecto será promulgado.

La propuesta, que antes fue aprobada por amplio margen en dos votaciones de la Cámara de Diputados, prevé un ahorro de unos 870.000 millones de reales (más de 220.000 millones de dólares) en 10 años, con los cuales el gobierno prevé sanear las cuentas de una economía letárgica.

La cifra es inferior a los 1,2 billones de reales propuestos inicialmente por el ministro de Economía, Paulo Guedes, debido a recortes realizados en la primera votación de los diputados.

El texto establece una edad mínima de retiro de 62 años para las mujeres y 65 para los hombres en Brasil, uno de los pocos países que no exigía una edad mínima para jubilarse.

Para los trabajadores rurales, los profesores y algunas categorías de policías, la edad mínima fluctúa entre los 55 y 60 años.

El tiempo mínimo de contribución para recibir la pensión parcialmente será de 15 y 20 años para trabajadoras y trabajadores privados, y de 25 para los funcionarios públicos, tanto hombres como mujeres. Para recibir el beneficio completo, los hombres deberán trabajar 40 años y las mujeres 35.

Los defensores de la reforma insisten en que el sistema actual es una bomba de tiempo debido a la evolución demográfica del país. En 2018, un 9,2% de los 208,5 millones de brasileños tenía más de 65 años. En 2060, serán 25,5%.

Pero sus críticos resaltan entre otras cosas que elevar el número de años de contribuciones excluirá de recibir jubilaciones a millones de personas, en un país donde un cuarto de los trabajadores del sector privado son informales.