Mercedes Aráoz, quien la noche de este lunes juramentó como presidenta encargada de Perú, renunció “irrevocablemente” a su cargo, diciendo esperar “que mi renuncia conduzca a la convocatoria de elecciones generales en el más breve plazo por el bien del país”.

Con esto, Aráoz duró menos de 24 horas en el cargo al que accedió luego de una dura colisión entre los poderes Legislativo y Ejecutivo del país vecino.

“Ante la invocación de la Organización de los Estados Americanos (OEA) para que sea el Tribunal Constitucional el que dirima la constitucionalidad de la medida adoptada por el Sr. Martín Vizcarra de disolver el Congreso de la República considero que no hay las condiciones mínimas para ejercer el encargo que me dio el Congreso de la República”, argumentó en su renuncia.

24 horas con dos presidentes

La crisis en Perú se desató luego de que el presidente Martín Vizcarra anunciara la disolución del Legislativo “ante la denegación fáctica” de la Cuestión de Confianza. La gota que rebalsó el vaso para Vizcarra fue la negativa del Congreso a suspender una polémica designación de nuevos miembros del Tribunal Constitucional.

Vizcarra había lanzado el domingo un ultimátum al Congreso al anunciar que lo disolvería si este lunes le negaba un voto de confianza para reformar el método de designación de los magistrados, con lo que busca impedir que ese alto tribunal sea copado por la oposición.

Pero el Congreso, controlado por la oposición fujimorista, decidió este lunes pasar por alto su petición e iniciar de inmediato el nombramiento de nuevos magistrados.

La Carta Magna del vecino país faculta al presidente a cerrar el Congreso y lo obliga a emitir un decreto de disolución que convoque a nuevas elecciones parlamentarias. Sin embargo, los parlamentarios opositores (del fujimorismo) respondieron suspendiendo al presidente por un año, nombrando a Aráoz en su lugar.

Fue una álgida jornada, en que efectivos policiales acudieron a las dependencias del Congreso para bloquear el acceso en línea con lo ordenado por Vizcarra, quien cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas.

Una disolución del Congreso en Perú no ocurría desde el 5 de abril de 1992, cuando el entonces presidente Alberto Fujimori (1990-2000) dio un “autogolpe” y asumió plenos poderes con el apoyo de las fuerzas armadas. En esta ocasión, en cambio, Vizcarra se amparó en la Constitución para dar este paso.