Un exultante Evo Morales, primer presidente indígena de Bolivia, inició este sábado ante miles de seguidores su carrera hacia un cuarto mandato en las elecciones de octubre, ajeno a las críticas de la oposición, que le acusa de encabezar un gobierno corrupto y dictatorial.

Ante una multitudinaria concentración, que cifró en más de un millón de personas, el mandatario izquierdista pidió “cinco años más (de gestión) para garantizar esta liberación para toda la vida”.

En los próximos “10 años, tal vez 15 años, máximo 20 años, Bolivia va a ser potencia en temas económicos”, señaló ante miles de personas concentradas en la pista del aeropuerto de su feudo cocalero de Chimoré (centro del país).

Morales, de 59 años, justificó su convicción por su “gran plan de industrializar” los recursos naturales de Bolivia “como el litio, el gas y la electricidad”.

La economía boliviana se vio beneficiada estos años por la bonanza en los precios internacionales de las materias primas, en especial el gas que exporta a Brasil y Argentina.

Corrupción y gastos suntuosos

Los 13 años continuos de gobierno de Morales se han caracterizado por la estabilidad económica, pero se han visto ensombrecidos por fuertes críticas por supuesta corrupción y dilapidación de los recursos públicos.

El candidato presidencial de derecha, Oscar Ortiz, enumeró hace poco 94 decretos firmados por el presidente Morales y 13 leyes aprobadas por el Congreso que dan vía libre a contrataciones directas de obras, sin licitación, y que “han sido utilizados de forma reiterada” por cantidades que “podrían superar los 1.000 millones de dólares”.

Aunque ningún caso de corrupción ha salpicado de manera directa al mandatario, sus adversarios le reprochan gastos dispendiosos de dinero público en la compra de un avión presidencial y en la construcción de un nuevo edificio para su despacho.

“Nunca, nunca hemos robado y no hemos llegado aquí a robar a nadie, sino a servir al pueblo”, declaró Morales en nombre suyo y de su vicepresidente Álvaro García.

Ante acusaciones de la oposición, Morales dijo hace poco que sus adversarios lo “acusan de dictadura (…) por envidia porque ellos no hicieron” lo que su gobierno hizo en 13 años.

Un apoyo inesperado

La oposición ha intentado impedir la candidatura de Morales a un cuarto mandato alegando que un referendo nacional le negó esa posibilidad en 2016. Sin embargo, un año más tarde el Tribunal Constitucional avaló su postulación bajo el argumento de que era su derecho humano.

Morales recibió en las últimas horas un inesperado espaldarazo político del secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, que afirmó en La Paz que sería un acto “discriminatorio” que el mandatario fuera excluido de los comicios de octubre.

Parte de la oposición, entre ella el principal adversario electoral de Morales, el expresidente Carlos Mesa, criticaron las declaraciones de Almagro. El empresario y político opositor Samuel Doria Medina afirmó incluso que “queda claro que no será ningún organismo ni nungún extranjero el que resolverá el problema que tiene la democracia boliviana”.

A cinco meses de las elecciones de octubre, la oposición todavía está dividida en ocho candidaturas y ninguna ha dado a conocer un plan concreto de gobierno.

Antiimperialismo a ultranza

El gobernante boliviano, que todavía es líder de un sector de los cocaleros, arrancó su discurso con un fuerte alegato contra Estados Unidos y recordó que el aeropuerto donde se celebraba el acto este sábado era, hasta que él asumió la presidencia, una base de la DEA, la policía antidrogas norteamericana.

“Estamos aquí para que nunca más retorne el imperialismo, las transnacionales que saquearon” los recursos naturales, sostuvo, en medio de miles de banderas bolivianas y azules, el color de su Movimiento Al Socialismo (MAS).

Morales expulsó en 2008 a la DEA, acusándola de conspirar contra su gobierno. Poco antes echó del país al embajador estadounidense Philip Golberg por el mismo motivo.

El gobernante, único aliado en Sudamérica del venezolano Nicolás Maduro, concluyó su discurso con un “Patria o Muerte”, clásico de la revolución cubana.