A seis meses de las elecciones generales en Bolivia, el mandatario Evo Morales se enfrenta a constantes críticas a la legalidad de su candidatura a un cuarto mandato, mientras la oposición aparece envalentonada, aunque dividida.

“Evo Morales está yendo a una elección con una gran pérdida de popularidad. Es la primera vez en 13 años que las encuestas no le favorecen”, dijo a la AFP el analista político Carlos Cordero.

En el poder desde 2006, Morales, un indígena de tendencia izquierdista y aliado de Venezuela y Cuba, busca su cuarto mandato consecutivo, en medio de críticas de la oposición, que le reprocha haber desconocido el resultado del referendo de 2016 contra su repostulación.

Un año después de esa consulta popular, un fallo del Tribunal Constitucional habilitó a Morales a buscar la reelección de manera indefinida, con el argumento de que amparaba sus derechos humanos.

Pero encuestas recientes revelan un virtual empate técnico en intención de voto (34% contra 33%) para las elecciones presidenciales del 20 de octubre entre Morales y Carlos Mesa, su principal contrincante, lo que abre las posibilidades a un inédito balotaje.

Para Cordero, eso abre el “escenario novedoso” de la segunda vuelta, que podría robar a Morales de su intención de quedarse en el poder hasta 2025 y que “permitiría la renovación política en Bolivia y el consecuente cierre del ciclo de gobiernos de izquierda en la región”.

“Evo Morales va a hacer esfuerzos, y esto incluye actividades poco claras e inclusive fraude electoral abierto, para ganar en la primera vuelta, porque si se abre una segunda, Carlos Mesa tendría la opción mayor de hacerse con el triunfo”, aseveró Carlos Borth, especialista en temas políticos.

Según Borth, 300 municipios en las zonas rurales -donde el apoyo de Morales es mayor- se abren como “un escenario de fuerte manipulación electoral”.

El oficialismo también podría contar con una ventaja en la votación en el exterior, dijo el analista, señalando que el Tribunal Supremo Electoral -acusado de parcialidad por la oposición- ha “priorizado” el empadronamiento en países donde la votación migrante favorece a Morales (Argentina, Brasil, Chile y parte de España).

Todo ello podría darle a Morales un 10% adicional para esquivar la segunda vuelta.

Tanto Cordero como Borth coinciden en que el desprestigio de Morales radica en factores como la corrupción, el autoritarismo, la falta de respeto a la legislación vigente y los intentos de mantenerse en el poder.

El Senado estadounidense exhortó a Morales a respetar los “límites constitucionales en los mandatos presidenciales”.

Oposición envalentonada

Para Cordero, Morales se enfrenta ahora a una oposición “envalentonada”, “porque ve a un gobierno desprestigiado que ya no es fuerte, electoralmente hablando”.

Asimismo, sostuvo que la debilidad de Morales “fortalece a la oposición, pero al mismo tiempo la divide”, pues todos piensan que tienen posibilidad de vencer a Morales.

En tanto, Samuel Doria Medina, jefe político del partido opositor Unidad Nacional, criticó que “ninguno de los candidatos representa la unidad, porque todos están anteponiendo sus intereses a la necesidad de unificar a la población contra el proyecto autoritario del MAS” (Movimiento al Socialismo, partido de Morales), en declaraciones al portal Urgentebo.

Borth relativiza el impacto de esta dispersión, pues estima que la oposición se ha concentrado sobre todo en dos opciones (Carlos Mesa y Oscar Ortiz), cuya fuerza se consolidará en los próximos meses, obligando a los restantes binomios a sumarse a ellas.

Salida a la boliviana

Cordero intuye que si Evo Morales y su partido tuvieran evidencias de que serían derrotados buscarían alguna salida alternativa, “a la boliviana”.

Una de ellas podría ser la renuncia del mandatario y postergación de elecciones para forzar la convocatoria a nuevos comicios, en un nuevo escenario donde Morales se libraría de los cuestionamientos que hoy pesan sobre su candidatura.

Borth opinó que Evo Morales está obligado a impulsar las elecciones porque, de lo contrario, le sería imposible acceder a algún nivel de legitimidad política nacional e internacional.

“Si por cualquier razón se quedase en el ejercicio del poder, su situación en el escenario internacional seria aún peor que la de Nicolás Maduro”, el asediado presidente venezolano, concluyó.