Dos exalumnos de un colegio de Suzano, en la región metropolitana de Sao Paulo, mataron este miércoles a ocho personas e hirieron a once antes de suicidarse en el establecimiento, un tipo de tragedia poco frecuente en Brasil.

La matanza del miércoles revivió la polémica sobre la flexibilización de la tenencia de armas decretada por Bolsonaro, defensor de autorizar su porte.

En un mensaje en Twitter, el presidente expresó sus condolencias a “los familiares de las víctimas del inhumano atentado” de Suzano, que calificó como “una monstruosidad y una cobardía descomunales”.

El vicepresidente Hamilton Mourao comentó: “Esas cosas no sucedían en Brasil, sucedían en otros países”, pero descartó que los debates sobre las armas hubiesen podido influir en los autores del ataque.

“No veo que se trate de eso. ¿Van a decir que el arma de esos tipos era legal? Eso no tiene nada que ver. Sé que el asunto será planteado y discutido, pero es mi opinión”, agregó.

“No forman parte de nuestra cultura”, dijo el presidente de la corte suprema, Dias Toffoli, sobre matanzas como las de Suzano , y alertó: “No podemos aceptar que el odio entre en nuestra sociedad”.

La presidenta del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), Gleisi Hoffmann, expresó su “solidaridad con las víctimas” y agregó: “Tragedias como estas resultan del incentivo a la violencia y a la liberación del uso de armas, Brasil necesita paz”.

La polémica arreciaba en las redes sociales, con el hashtag #Suzano encabezando los trending topic de Twitter en Brasil.

“La tragedia se adapta directamente con el posicionamiento de los organismos internacionales y de los expertos en seguridad pública: cuanto menos armas circulen en la sociedad más segura ella será”, afirmó Monica Sapucaia Machado, abogada y coordinadora de postgrado en Administración Pública de la Escuela de Derecho de Brasil (EDB), al diario Estadao.

Bancada de la bala

Al interior del Congreso de Brasil existe un grupo defensor de flexibilizar la tenencia de armas, conocida como la bancada de la bala, que tras la matanza salió a defender esta política.

“Si hubiera un ciudadano con un arma legal dentro de la escuela, un profesor, un funcionario o un policía jubilado que trabajara allí, podría haber minimizado el tamaño de la tragedia”, afirmó el Senador Major Olímpio del Partido Social Liberal (al igual que Bolsonaro).

A su juicio, la matanza “muestra justamente el fracaso de la política desarmamentista, que simplemente dio el empoderamiento al criminal y sacó la posibilidad de la legítima defensa”, consignó Estadao.

Una visión similar mostró el jefe de la bancada de la bala en la Cámara de Diputados, Capitão Augusto, declarando que grupos antiarmas usaran esta tragedia para demonizarlas.

“Es obvio que grupos antiarmas van a intentar usar esta tragedia para intentar demonizar las armas, no hay legislación en el mundo capaz de evitar una tragedia como ésta. Si alguien en la escuela tuviera un arma, la historia podría ser otra”, expresó.

A la hora del recreo

Familiares angustiados y miembros del cuerpo de bomberos y de las fuerzas de seguridad llegaron rápidamente al lugar.

“Me enteré cuando mi hija me llamó, me dijo: ‘Mamá, ven rápido, hay tiroteos, hay heridos, hay muertos”, contó a la entrada de la escuela Rosa, la madre de una alumna.

El ataque se produjo a la hora del recreo.

Tras balear a quienes estaban en el patio, los dos exalumnos “se dirigieron hacia el centro de lenguas”, donde se habían refugiado varios estudiantes, “y se suicidaron en un corredor”, precisó Salles.

“Nos encerramos en un aula. Muchos alumnos se sintieron mal, incluso yo misma. Tratábamos de ayudarnos hasta que la puerta se abrió y pensamos que eran los bandidos, que veían a por nosotros; pero no, eran los policías (…) y salimos corriendo”, contó Milene Querren Cardoso, una estudiante.

La televisora Globonews mostró imágenes de cámaras de seguridad del vecindario en las que se veían a alumnos saltando uno de los muros de la escuela y corriendo asustados.

Este tipo de ataques es excepcional en Brasil, pese a ser uno de los países más violentos del mundo. En abril de 2011, un exestudiante mató a 12 alumnos e hirió a otros 20 antes de suicidarse en la localidad de Realengo, en Rio de Janeiro.