La oposición esperaba al inicio de esta semana, completar el mapa que diera con el tesoro de la restauración de la calma, en una Nicaragua que en abril próximo cumple una guerra sin tregua entre opositores y el gobierno de Daniel Ortega.

Muchos muertos han pasado desde entonces. 325, más de 700 detenidos (los registrados) y miles de exiliados, para ser exactos.

La crisis en territorio nicaragüense recuerda a la que se vive en Venezuela y la reviste de un especial interés en Latinoamérica. ¿Será la nación centroamericana la pequeña Venezuela en crisis? Es la pregunta periodística obligada.

Luego de la tensión vivida meses atrás, con los combates a piedrazo limpio, balas y otros artefactos usados por las fuerzas leales a Ortega y una oposición aguerrida, nadie puede confiarse de la tensa calma.

Estados Unidos parece el menos confiado. Su embajada, aunque unilateralmente, ha informado de los encuentros recientes entre representantes de la Casa Blanca con el gobierno de Ortega. Sí, unilateralmente es la palabra, porque del gobierno local poco o nada se dijo del encuentro suscitado el mes pasado entre ambas partes.

Ortega quiere llevar a su ritmo los avances, si puede llamarse así a los pequeños pasos para dejar atrás la convulsión en un país, cuya oposición se fue hasta el tope cuando Ortega reveló la intención de elevar el techo de las cotizaciones para saldar la deuda con los pensionados.

Fue la pieza que derrumbó el tejado, sumándose a las quejas en un país donde la prensa ya ejercía con problemas, si es que la crítica iba para el gobierno.

De ahí, vinieron además de las batallas campales, las capturas a los opositores. Un paso al cambio, que no debe ser olvidado, es que previo a las conversaciones instaladas la semana pasada, cerca de mil manifestantes fueron liberados tras ser detenidos meses atrás.

De lo anterior han dado fe los principales corresponsales internacionales desde territorio nicaragüense como Tifany Roberts, quien irónicamente el pasado fin de semana fue herida de bala en una cobertura de los enfrentamientos entre las partes en conflicto.

Como en Venezuela, (siguiendo con las similitudes de dos crisis) también hay prensa contraria a los informes que salen al exterior. Prueba de esto, es que otra periodista local difundió un video de la comunicadora de Univisión, presuntamente después de informar de su lesión, aunque no se sabe a ciencia cierta la hora de la grabación realizada por otra persona.

Pero más allá de los informes antagónicos, en la mesa de diálogo hay otros problemas que resolver.

Preocupa la endeble de la hoja de ruta, que se estruja con cada sesión que encabeza la empresa privada, Ortega y la iglesia católica, como posible mediadora de los acuerdos… que aún no llegan.

Parece ser un coloquial “despacio que tengo prisa”, usado en los territorios centroamericanos, a la hora de irse “lento pero seguro” en cualquier labor.

No obstante, ese nivel de marcha sigue desentonando con los problemas que viven cientos de familias en ese territorio. Las que quieren un cambio genuino luego de ver morir a sus seres queridos, tenerlos en prisión o verlos alejarse camino al exilio en un contexto de crisis.

Madre de joven manifestante detenido | Agencia France-Presse
Madre de joven manifestante detenido | Agencia France-Presse

Luis Galeano es uno de los periodistas que ahora viven fuera de su país, producto de la crisis. Diciembre pasado marcó un antes y un después en su vida, cuando relato a Radio Bío Bío, la odisea de marcharse hacia EEUU ante la orden de captura en su contra, girada por Ortega.

A menudo desliza nostalgia de un cambio en su país cuando, como colegas, le preguntamos desde esta redacción un “¿cómo va todo?” por no ser inoportunos con un “¿cómo estás?”. Es parte de la lógica de saber lo que hay después de un exilio obligado.

Aún así sigue atento a lo que ocurre en Managua. Desde ahí, las otras quejas (de los negociadores) vienen disfrazadas de esperanza: “Ya tenemos tres días completos debatiendo la hoja de ruta (…) para que tengamos un buen diálogo, esperamos que hoy (lunes) se pueda definir”, declaró a la prensa el exvicecanciller José Pallais, uno de los participantes del diálogo.

Pallais, delegado de la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), habló a la prensa al llegar a la sede del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE), donde se celebra el diálogo desde el pasado miércoles.

Pero el punto que estaría entrampando el avance tiene que ver con la posible presencia de organismos internacionales en las conversaciones. Ortega no quiere ceder al respecto. El solo mencionar a la Organización de Estados Americanos (OEA) u otros similares, está complicando el proceso.

Otro de los puntos que establece la denominada hoja de ruta, es quién estará a cargo de la mediación. Aunque Ortega ya se sentó con representantes de la iglesia católica al inicio de las conversaciones, no parece dispuesto a que los obispos se hagan cargo de ese proceso.

“Tenemos que asegurar que estos acuerdos se puedan cumplir, que no solo contengan la voluntad de las partes, sino que tengan los mecanismos que garanticen el cumplimiento, eso es esencial en cualquier diálogo”, recordó Pallais, quien sabe donde perfectamente está el entrampamiento, pero no lo dice abiertamente. El diálogo es endeble.

La alianza ACJD, está conformada por estudiantes, empresarios, campesinos y otros miembros de la sociedad civil. Tiene claro que para que el diálogo prospere, deben existir garantes internacionales para observar.

La exguerrillera e historiadora Mónica Baltodano dijo que la alianza no puede participar sin esos mediadores porque “sería como meterse un cuchillo, es absolutamente peligroso”.

Ortega estaría quedándose sin los aires triunfalistas que lo caracterizan. La oposición lo sabe y continúa presionando… sin avances.

“Ortega concurre al dialogo porque lo necesita y quiere oxigenarse frente a la presión internacional que es la que más le cuesta, porque la presión local la tiene controlada por la represión”.

Sumado a ese escenario, viene el económico, ese que Maduro en Venezuela ve complicado en esta fase de su crisis.

Y es que a Ortega también le han llegado las sanciones desde EEUU. La denominada ley denominada NICA Act, le restringe el acceso a recursos internacionales. No solo eso, ya que sancionó a seis allegados al mandatario, entre ellos su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, su número dos, más allá de la pareja sentimental que son.

Europa amenazó con sanciones pero sin materializar a la fecha. La hoja de ruta sigue siendo la garantía de que no todo está perdido aunque en cada sesión sin acuerdos, se estruja un poco más, inevitablemente.

Ezequiel Becerra | Agencia France-Presse
Ezequiel Becerra | Agencia France-Presse