José Ramón “El Gallego” Fernández, dirigente histórico de la revolución de Cuba y uno de los estrategas de la victoria sobre la invasión anticastrista de Bahía de Cochinos en 1961, falleció este domingo en La Habana a los 95 años.

“En las primeras horas de la mañana de este domingo (…) falleció el héroe de la República de Cuba, José Ramón Fernández Álvarez, general de División (retirado) y asesor del presidente” cubano, Miguel Díaz-Canel, informó el telediario local.

“Honor por siempre a José Ramón Fernández, disciplinado y ejemplar soldado de la Revolución, intérprete genuino y creativo de las ideas de Fidel en la Educación y el Deporte, memoria privilegiada y acción comprometida hasta el último aliento”, tuiteó Díaz-Canel.

Soldado fiel a los Castro

Fernández fue uno de los más fieles y disciplinados soldados de Fidel y Raúl Castro, los hermanos líderes de la revolución cubana, quienes le confiaron altas responsabilidades tanto en el ejército, como en la educación, el deporte, o en el gobernante Partido Comunista (PCC, único), del que fue fundador.

“Haber podido estar estos años al lado de Fidel es la mayor enseñanza y gloria a que podía aspirar en mi vida. Nunca soñé con nada igual”, dijo en una larga entrevista publicada hace unos años.

Alto, erguido y de permanente porte militar, aún cuando estaba de civil, este hijo de emigrantes asturianos nació en Santiago de Cuba (sudeste) el 4 de noviembre de 1923, de los que heredó el ceceo español que le valió el apodo de “El Gallego”.

Fue un raro caso de un “histórico” que antes del triunfo de la revolución, en 1959, no militó en el Movimiento 26 de Julio (M-26-7) que dirigió Fidel contra el gobierno de Fulgencio Batista (1952-58), sino que Fernández procedía del ejército del dictador.

Graduado en 1947 en la escuela de cadetes y de artillería de Cuba y después de la de Fort Sill (Oklahoma, EEUU) en 1953-1954, terminó como oficial del ejército de Batista.

En abril de 1956 se involucra en una conspiración de oficiales contra Batista, conocida como la de los “puros”, por lo que fue juzgado y condenado en 1956 a cuatro años de prisión, junto a otros 12 militares.

En la cárcel lo sorprendió el triunfo de la revolución, pero antes Fernández había radicalizado sus ideas políticas en contactos con miembros del M-26 y comunistas, también reclusos.

Estratega en Bahía de Cochinos

Tras el triunfo se pone a las órdenes de Raúl, recién nombrado ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), a quien lo uniría una estrecha amistad, fomentada por la que sostenían sus esposas: Vilma Espín (1930-2007), mujer de Castro, y su viuda Asela de los Santos, destacada revolucionaria y pedagoga cubana.

Raúl “es uno de los mejores compañeros que he conocido en el plano personal”, dijo años después. Es “criollísimo, afable, atento, sensible, chistoso, con un carácter muy abierto y profundamente humano”, agregó.

La Invasión de Playa Girón (Bahía de Cochinos) lo sorprende como director de una escuela de milicias con grado de capitán, con cuyos alumnos se dirige al frente de batalla y se pone a los órdenes de Fidel, con quien traza la estrategia que los conduce a la victoria en menos de tres días.

Fernández permaneció 11 años en las FAR llegando a ser viceministro. Luego pasó al Ministerio de Educación como viceministro (1970-72) y ministro (1972-1990). También fue vicepresidente del Consejo de Ministros (gobierno) desde 1978 a 2012.

Miembro del Comité Central del Partido desde 1975, integró el Consejo de Estado de 1981 a 1993, y dirigió el Comité Olímpico Cubano de 1997 a finales de 2018. Fue proclamado “Héroe de la República de Cuba” en 2001.

En 1990, poco antes de la guerra del Golfo, actuó como emisario personal de Fidel ante el presidente de Irak, Sadam Hussein, “para rechazar como rechazábamos y rechazó la comunidad internacional la injustificada invasión y ocupación de Kuwait”, dijo.

La televisión destacó que, cumpliendo su última voluntad, “sus restos serán cremados” y posteriormente se informará sobre la organización de sus honras fúnebres.