El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, lanzó este martes en su discurso de investidura una cruzada de valores conservadores contra la criminalidad, la corrupción y las ideologías de izquierda.

“Convoco a cada uno de los congresistas a ayudarme en la misión de restaurar y volver a erguir a nuestra patria, liberándola definitivamente del yugo de la corrupción, la criminalidad, la irresponsabilidad económica y la sumisión ideológica”, proclamó Bolsonaro, de 63 años, convertido en el 38º presidente de la mayor potencia latinoamericana.

El excapitán del Ejército propuso un “pacto nacional (…) en la búsqueda de nuevos caminos para un nuevo Brasil”.

“Vamos a valorar la familia, respetar las religiones y nuestras tradiciones judeo-cristianas, combatir la ideología de género, conservando nuestros valores”, proclamó.

Después del acto ante el Congreso, Bolsonaro se dirigió al palacio de Planalto, donde recibió de manos del mandatario saliente, el conservador Michel Temer, la banda presidencial, una pieza de seda verde y amarilla bordada de oro y diamantes.

Bolsonaro nombró un equipo de 22 ministros, entre ellos siete militares retirados.

Ante miles de partidarios reunidos frente al palacio presidencial de Planalto, afirmó que su llegada marca “el día en que el pueblo empezó a liberarse del socialismo, a liberarse de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto”.

Desplegando una bandera verde-amarela de Brasil junto a su vicepresidente, el general retirado Antonio Hamilton Mourao, proclamó: “Esta es nuestra bandera, que nunca será roja”, levantando una ovación de los asistentes, que lo aclamaron al grito de “¡Mito! ¡Mito!”.

Agence France-Presse
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Bolsonaro venció las elecciones de octubre con 55% de los votos, tras una campaña en la cual no solo fustigó al Partido de los Trabajadores (PT, izquierda y de bandera roja), que había ganado los cuatro comicios anteriores, sino también a un sistema político identificado con grandes escándalos de corrupción que afectaron a casi todos los partidos.

Tanto en el Congreso como frente al palacio, Bolsonaro agradeció a Dios por haber sobrevivido a la puñalada en el abdomen que durante la campaña le asestó un exmilitante de izquierda.

El presidente estadounidense, Donald Trump, felicitó a Bolsonaro en un tuit por su “gran discurso” y afirmó: “¡Estados Unidos está contigo!”.

Bolsonaro, a quien suele llamárselo “el Trump tropical”, no tardó en agradecerle por la misma vía: “¡Juntos, bajo la protección de Dios, aportaremos prosperidad y progreso a nuestros pueblos!”, escribió.

En una nota publicada la semana pasada, el PT alegó que “aunque el resultado de las urnas es un hecho consumado, no representa un aval a un gobierno autoritario, antipopular y antipatriótico, marcado por abiertas posiciones racistas y misóginas, declaradamente vinculado a un programa de retrocesos de civilización”.

Bolsonaro nombró un equipo de 22 ministros, entre ellos siete militares retirados.

Para asegurar la gobernabilidad, deberá mantener la convergencia de los lobbies transpartidarios que le dieron un apoyo clave en la campaña: los grandes productores agrícolas, las ultraconservadoras iglesias pentecostales y los defensores de la flexibilización de la posesión de armas.