El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha impuesto un particular sello en la cumbre del G20 que se celebra en Buenos Aires, en un ambiente crispado por el conflicto entre Rusia y Ucrania; y la “guerra comercial” entre la potencia del norte con China.

En ese contexto, Trump ha llamado la atención tanto por su carácter como por sus ajustes de agenda.

En línea con lo anterior, y en algo que en su momento pasó desapercibido, sus pares notaron que no asistió ayer viernes a “El retiro”, la única reunión en que todos los presidentes se ven las caras y a la cual sólo asisten ellos, sin asesores ni funcionarios.

Además, lo que se habla en “El retiro” no sale de esas cuatro paredes.

Según informó Clarin, el líder estadounidense fue el único que se marginó de ese compromiso.

Cuando Trump anunció que no iría a la reunión, calificada como una de las más “poderosas” del G20, la organización inmediatamente retiró su silla del lugar, para que no se viera vacía.

Conforme a lo indicado por Infobae, el presidente de Estados Unidos avisó previamente al dueño de casa, el presidente de Argentina, Mauricio Macri, que se ausentaría. No obstante, para varios de los presentes el hecho fue tomado como “un desaire”.

Atracción mediática

Trump ha sido una de las grandes atracciones mediáticas de la cumbre del G20: las cámaras lo han seguido en todo momento y sus detractores en Buenos Aires realizaron algunas protestas.

También ayer viernes, tras una reunión bilateral con Macri, ambos hablaron ante la prensa en el Salón Blanca de la Casa Rosada, sede del gobierno argentino. Para este evento la organización utilizó un sistema de interpretación instantánea, pero a Trump no le gustó.

El estadounidense no quedó conforme con la traducción que recibía y rompiendo todo protocolo se deshizo de los audifonos.

“Entendí mejor en su idioma que a través de la interpretación”, señaló, tras lo cual botó el aparato de audio y continuó el resto de la conferencia sin sistema de traducción.