El presidente boliviano, Evo Morales, cerró este miércoles el Palacio Quemado, que albergó el poder político desde el siglo XIX, para mudarse desde la próxima semana a un moderno edificio contiguo de 29 pisos, blanco de críticas de la oposición.

Morales dirigió su última reunión de gabinete en la casa de gobierno, que originalmente fue la sede del cabildo en la Colonia, y se despidió con una ‘selfie’, donde él, su vicepresidente, Álvaro García, y sus 20 ministros, lucen sonrientes.

“La despedida (de Palacio Quemado) con una selfie tomada por nuestro Presidente. Refleja la alegría, el entusiasmo, la unidad y el compromiso de su gabinete. Nos vamos a la Casa Grande del Pueblo”, escribió la ministra de Comunicación, Gisela López, en su cuenta de Twitter.

En la misma red social, Morales calificó al decimonónico Palacio Quemado como un “símbolo del estado colonial” y aseguró que estaban “listos para inaugurar la Casa Grande del Pueblo”, que iniciará funciones el 9 de agosto y albergará, además de su despacho, a cinco ministerios.

El Palacio Quemado, escenario de una turbulenta y rica historia política republicana, pasará a convertirse en un museo y debe su nombre a que en 1875, durante una revuelta contra el presidente liberal, Tomás Frías, fue saqueado e incendiado por una turba enardecida.

La nueva casa de gobierno, que se erige visiblemente en medio del casco histórico de La Paz, fue construida a un costo de 34,4 millones de dólares, según datos oficiales, aunque la prensa estima que superaría los 40 millones de la misma divisa, más gastos de equipamiento.

Para disgusto del oficialismo, la oposición, muchos medios y parte de la población, llama a la nueva mole de 29 pisos como “palacio de Evo”.

Según ha trascendido en la prensa, la nueva edificación cuenta con salas de reuniones, auditorios y un helipuerto.

En la planta 24 se halla una suite presidencial de 1.068 metros cuadrados, según planos revelados tiempo atrás por el diario Página Siete. Incluiría sauna, jacuzzi, sala de masajes, sala de lectura y un gimnasio, lo que ha provocado largas críticas de la oposición.

Aizar Raldés | Agence France-Presse
Aizar Raldés | Agence France-Presse