Cuando la protestas ciudadanas estallaron en Nicaragua el pasado 18 de abril, nadie imaginaba el poder de convocatoria y descontento en crecimiento. Como efecto dominó, iba retumbando en cada pieza tanto dentro como fuera de la nación centroamericana.

La muestra cívica que surgió en repudio a la fallida reforma al Seguro Social -para aumentar el aporte de los trabajadores nicaragüenses- no es exclusiva de los estudiantes y obreros. Se observa en cuatro patas y en pie de lucha por las distintas ciudades en constante protesta.

“Firulais” es una especie de raza canina popular en las calles de varios países centroamericanos. En Nicaragua, la prensa no ha dejado pasar el detalle de su participación en plena puja obrero-estudiantil. Se cuela entre la multitud, esquiva balas y hasta los reportes de prensa la sitúa como fiel vocera- a puro ladrido- del acercamiento del bando contrario.

Otros Firulais-que tienen suerte de contar con un hogar- son llevados por sus dueños a las protestas. También se mantienen fieles y protectores en medio de las consignas y hasta portan pintado en su rostro el emblema del ideal local que los mantiene atrincherados hasta conseguir su cometido: la renuncia de Daniel Ortega.

elnuevodiario.com.ni
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Masaya, Granada, Managua, Rivas y otras ciudades del pacífico tienen a sus manifestantes realizando los ya conocidos “tranques”, una estructura de adoquín y otras formas de cemento que intentan el bloqueo y avance de uniformados leales a Daniel Ortega.

Del otro lado de la barricada, sumado a las decenas de manifestantes pidiendo la salida del poder del mandatario, siempre hay uno o más “Firulais” o “Quiltros” ubicándose hasta en manada del lado de la población en protesta.

@SoldierrTW
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En Chile, ese apoyo en cuatro patas es conocido desde hace varios años en cada protesta como las que se llevan a cabo en Santiago, donde es común ver a una especie que sin entender el origen del descontento no duda en sumarse a la consigna, sea cual sea.

Masaya, cuna de la rebeldía

Los manifestantes no dan tregua. Ciudades como Masaya son reconocidas ya, por ser de las que no duermen. Nada tiene que ver con el turismo haciéndole honor a otras como Nueva York, donde el insomnio viene por cuenta de la diversión y no por el pie de lucha que impera en la localidad nicaragüense. Ahí, además de los saqueos e incendios de los que responsabilizan a policías y fuerzas de choque gubernamental, se reportan al menos 10 desaparecidos que los opositores a Ortega exigen de vuelta sanos y salvos. Masaya es por hoy la cuna de la rebeldía según describe la agencia de noticias France Press (AFP)

El saldo de la represión

127 muertos y 1.200 heridos, una cifra difícil de digerir en una región que atraviesa momentos de tensión ya sea por la prolongada protesta nicaragüense o la tribulación de su vecina Guatemala tras la erupción del Volcán de Fuego el pasado domingo, dejando hasta el momento más de un centenar de muertos.

Las cifras de Nicaragua tienen también especial atención en la comunidad internacional, que día a día sigue los reportes de la violencia desmedida en cada enfrentamiento.