Decenas de miles de mujeres con camisetas violeta y pañuelos verdes marcharon este jueves en Buenos Aires, México y varias capitales latinoamericanas para repudiar la violencia de género, en una protesta que exhibió la amplitud de un movimiento que no cesa de crecer.

Lee también: Multitudinaria marcha pacífica por Santiago marca conmemoración del Día de la Mujer

“Mujer bonita es la que lucha”, rezaba una de las pancartas con las que mujeres de todas las edades y condición social coparon las calles del centro de Buenos Aires, al punto que la marcha por el Día Internacional de la Mujer prácticamente no avanzó porque su recorrido estaba colmado antes de arrancar.

“Hay que hacer mucho ruido. Acá tendrían que estar todos, no solo las mujeres. Este día tendría que ser feriado nacional”, clamó cerca del Congreso argentino, Claudia Morales, una enfermera a la que acompañaron sus dos hijas adolescentes.

Otras llevaron bebés en brazos o en sus cochecitos y las adolescentes mostraron pancartas que decían: “Mi mamá me enseñó a luchar”.

La consigna general fue el rechazo a la violencia hacia las mujeres, en un país que con 42 millones de habitantes registró 292 casos de femicidios en 2017.

Pero también cobró fuerza este año el apoyo a una ley del aborto, que por primera vez debatirá el Congreso.

Argentina fue pionera en el movimiento contra la violencia de género, con la agrupación “Ni una menos” surgida en 2015. Tres años más tarde, el activismo se ha generalizado.

En México, donde un promedio de 7,5 mujeres son asesinadas diariamente, miles de personas, la mayoría mujeres, marcharon para reclamar un “alto a la violencia de género”.

“Matanza deliberada”

“Es difícil contarlo. Yo pasé por todos los procesos”, dijo en Buenos Aires Paula, madre de cinco hijos, al referirse al maltrato que durante diez años sufrió por parte de su excompañero.

“Yo hice la denuncia cuando le pegó a mi hija, que tenía nueve años y de la que él es el papá. Pero la denuncia hay que bancarla. Tengo cinco hijos con él, dos son discapacitados”, narró esta mujer activista en la organización Corriente Villera.

De baja estatura y hablar pausado, Paula aseveró con firmeza: “Fue el primer hombre que me golpeó y también el último. Ahora está preso, en junio tengo el juicio”.

Aunque pocos, también los hombres participaron en la manifestación. Uno de ellos, Gustavo Melmann, padre de Natalia, cuyo femicidio en 2001 fue uno de los primeros que sacudió a Argentina, exigió entre la multitud “que esta matanza deliberada se termine”.

En tanto, tres amigos marcharon con “máscaras de la vergüenza por lo que ha hecho el patriarcado”.

Los reclamos contra la violencia basada en género también primaron en la marcha de Sao Paulo, capital económica de Brasil, país donde 946 mujeres murieron el año pasado por esta causa, según datos recogidos por el portal G1, del Grupo Globo.

En Uruguay, el día estuvo marcado por el quinto femicidio del año. La marcha, en tanto, contó con decenas de miles de personas que colmaron la principal avenida de Montevideo, reclamando igualdad de derechos y seguridad para las mujeres.

Despenalización del aborto

La despenalización del aborto también fue consigna para la manifestación que se realizó en El Salvador, país con una de las legislaciones más drásticas.

Al frente de la marcha se colocó Teodora Vásquez, liberada el 15 de febrero luego de estar encarcelada por casi 11 años por un parto intempestivo.

“Es necesario despenalizar el aborto porque muchas mujeres que se enfrentan a emergencias obstétricas son acusadas penalmente y están llegando a la cárcel donde se marchitan injustamente”, declaró Vásquez.

En Honduras, grupos feministas exigieron justicia por el asesinato, hace dos años, de la ambientalista Berta Cáceres, mientras se iniciaba el juicio contra un supuesto autor intelectual del crimen.

Nueve personas están detenidas por el caso, incluyendo el presidente de la empresa Desarrollos Energéticos S.A., Roberto Castillo un militar retirado egresado de la escuela estadounidense de West Point, capturado el viernes anterior a petición de la fiscalía.

La ambientalista tenía medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por las amenazas que recibía por su oposición a la construcción de una represa en un río que baña el territorio de indígenas lenca.