Los escándalos de corrupción en torno a Odebrecht y la lucha de poder entre el presidente Pedro Pablo Kuczynski y la oposición fujimorista amenazan la estabilidad democrática de Perú.

Ante las acusaciones por presunta corrupción en el caso Odebrecht, que sacuden a la primera plana política de Perú, este jueves el Congreso peruano –de mayoría fujimorista– someterá a votación la destitución del presidente Pedro Pablo Kuczynski. La oposición busca inhabilitarlo por “incapacidad moral permanente”.

Si bien cuenta con los votos suficientes (87) para desbancarlo, no es seguro que lo haga. “Depende del cálculo detrás de esta maniobra”, dice a DW la cientista política Bettina Schorr, de la Universidad Libre de Berlín.

“Si la bancada fujimorista está convencida de que la destitución le traerá ganancias a corto plazo, lo hará. Pero actualmente este no es el caso, porque lo reemplazaría el vicepresidente y no la líder del partido opositor Fuerza Popular, Keiko Fujimori, el motor detrás de este drama. Eventualmente especulan con nuevas elecciones. En ese caso, la pregunta es si tienen posibilidades de ganar o no”, agrega.

Este domingo, el presidente peruano volvió a reiterar su inocencia en una entrevista televisada. Kuczynski rechaza las acusaciones de corrupción por los contratos que una empresa suya firmó con la constructora brasileña Odebrecht, entre 2004 y 2007, mientras era ministro del expresidente Alejandro Toledo.

“No he cometido ningún crimen. No he hecho corrupción, ni he creado cuentas ficticias en paraísos fiscales. Todo está fiscalizado, reportado y tributado”, afirmó.

El mandatario también señaló que el chileno Gerardo Sepúlveda gestionó su empresa Westfield Capital y firmó los contratos con Odebrecht mientras él ejercía de ministro.

En opinión de la investigadora peruana Sofía Vera, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales GIGA, la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski es una posibilidad.

“Pero no creo que quiera retirarse sin enfrentar al Congreso. Ha anunciado que se defenderá el jueves. Sin embargo, no queda claro que esta defensa pueda hacer cambiar de opinión a un número suficiente de congresistas para que voten en contra de su destitución”, sostiene Vera.

“Ya no se puede confiar en ningún político”

Vera explica que el presidente peruano cuenta con un alto nivel de desaprobación. “Su imagen sí esta dañada, pero esto no es condición suficiente para vacar (destituir) a un presidente”, subraya.

Bettina Schorr hace hincapié en que el escándalo de corrupción en torno a Odebrecht en Perú ha llevado a la percepción generalizada de que “ya no se puede confiar en nadie”.

La cientista política recuerda el caso de la exalcaldesa centroizquierdista de Lima, Susana Villarán, acusada de recibir financiamiento ilícito para su campaña por parte de las empresas brasileñas Odebrecht y OAS.

“Incluso políticos de la izquierda progresista o personas con una buena reputación resultan estar involucrados en escándalos de corrupción”, señala.

“Serias consecuencias para la democracia”

“Kuczynski es un presidente débil porque se enfrenta permanentemente a un Congreso decidido a hacerle la vida imposible; en realidad estamos hablando de sabotaje (…) En Perú no se gobierna, desde la toma de posesión en julio de 2016 no se ha hecho política”, prosigue.

Sin embargo, según Schorr, ante el comportamiento obstruccionista de los fujimoristas, gran parte de la clase media alta está consciente de que lo que está en juego es “la institucionalidad democrática”: “No se trata de defender a Kuczynski, sino a la democracia peruana en su conjunto”.

Por su parte, Sofía Vera advierte que la renuncia o destitución del presidente “tendría consecuencias muy serias para la estabilidad democrática del país. Perú está teniendo el periodo democrático más largo de su historia republicana, con 17 años de duración democrática desde 2001, por lo tanto es un momento crucial”.

“El vicepresidente Martín Vizcarra podría ser tanto o más débil que Pedro Pablo Kuczynski. El precedente que dejaría una vacancia presidencial acelerada como esta, bajo justificaciones legales dudosas, es muy grave para la salud democrática del país. Quedará para la historia el nefasto rol del fujimorismo, una oposición recalcitrante con poca madurez política para refrenar sus ambiciones y esperar su turno en las próximas elecciones de 2021″, agrega.

Schorr la secunda y descarta que elecciones anticipadas traigan un cambio sustancial: “Es una nación en auge, pero los políticos son incapaces de hacer algo bueno por su país. La única solución es que la gente salga masivamente a las calles y exija instituciones eficaces y políticos que se atengan a las reglas”.