El alambrado de ingreso a la base naval de Mar del Plata era este lunes un rosario de deseos y un mar de angustia. Como ropa al sol colgaban banderas, fotos religiosas y mensajes para los 44 submarinistas argentinos perdidos en algún punto del Atlántico Sur desde hace cinco días.

Desde el ingreso del predio militar, a 400 km al sur de Buenos Aires, se ve el mar que se los tragó sin dejar rastro el miércoles pasado, cuando el submarino “ARA San Juan” se comunicó por última vez y reportó una avería de baterías, a 430 km de la costa.

Buques y aviones de siete países los buscan en medio de una furiosa tormenta que no cesa desde hace días.

“Valiente muchachada de la Armada: con el corazón en pausa hasta que vuelvan”, reza uno de los carteles en caligrafía de rigidez militar, sujeto al alambrado con cintas con los colores patrios.

La mayoría de los tripulantes reside con sus familias en esta ciudad bañada por el Atlántico.

Algunos son oriundos de provincias lejanas, como Eliana Krawczyk, que conoció el mar a los 21 años y llegó desde Misiones (noreste) para convertirse en la primera mujer submarinista de Sudamérica. Es la jefa de armas del “ARA San Juan”.

Casi un centenar de familiares aguarda noticias dentro de la base militar adonde les dieron alojamiento y los asiste personal médico y psicólogos las 24 horas.

“Fuerza papá, tu familia te espera”, dice otro de los carteles escrito sobre el celeste y blanco de la bandera argentina y con una imagen de la virgen del Carmen, Stella Maris, patrona del Mar y de los marinos.

Una oración bajo su ala protectora se rezó por la tarde frente a la base naval. Sin lágrimas a la vista, todavía prevalece la esperanza.

Espíritu

“El estado de ánimo en general es bueno. Lógicamente que hay gente con más ánimo y otros menos, pero hay un espíritu positivo de que en algún momento pueda haber algún indicio de encontrar al submarino”, dijo a la AFP Jorge Villarreal, padre de Fernando, un tripulante del “ARA San Juan”.

Jorge no basa su confianza en ingenuo optimismo. “Ellos están muy bien preparados. Mi hijo eligió esta profesión porque se siente muy orgulloso y lo hace con mucho profesionalismo. Seguramente ellos conocen bien cada rincón del submarino y como manejarlo”, confía.

A la base no puede entrar la prensa. Tampoco hay un ir y venir constante de familiares. Algunos se detienen, sacan fotografías, dejan un mensaje y siguen por la avenida que da al ingreso del predio militar.

Este lunes los visitó el presidente Mauricio Macri que desde el viernes descansa en una residencia a 25 kilómetros al sur de Mar del Plata. Estuvo media hora y no formuló declaraciones a la prensa.

Enrique Stein es el jefe del equipo de psicólogos que los asiste. Sabe de traumas porque trató a exsoldados que participaron de la Guerra de Malvinas que Argentina perdió con el Reino Unido en 1982 por el archipiélago austral.

“Están en situación estable dentro de la incertidumbre”, explica a la AFP.

Hasta ahora “hemos tenido pocas situaciones de crisis, de llanto y algo así. No es lo dominante ni mucho menos”, asegura.

No obstante admite que “la ansiedad crece” conforme pasan los días sin noticias.

El sábado el júbilo se apoderó de todos cuanto la Armada informó de siete intentos de llamadas satelitales, supuestamente emitidas desde el submarino.

“¡Están afuera! Si llamaron por el satelital están en superficie, y eso nos da esperanza porque sabíamos que ‘abajo’ estaban jodidos”, había reaccionado emocionado Claudio Rodríguez, hermano de Hernán, maquinista de la nave.

Este lunes se desechó que esas señales provinieran del “ARA San Juan” y la angustia volvió a crecer.

“Hay que esperar y rezar, no queda otra. Quedamos que nos íbamos a encontrar este domingo en Mar del Plata y que íbamos a hacer un asado”, dijo un familiar de los tripulantes.