Perú intentaba reponerse el domingo de los estragos causados en sus costas por avalanchas de lodo y piedras así como por el desborde de ríos que, tras haber golpeado la capital, se ensañaban nuevamente con la zona norte, inundando ciudades y cortando carreteras.

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El sábado, una turbia y potente riada -la quinta de los últimos días- llegó hasta el mismo centro de la ciudad de Trujillo, la tercera más importante del país, colmando sus calles y obligando a la ciudadanía a quitarse los zapatos y a abrazarse unos con otros para poder atravesar las calles sin ser arrastrados.

Los “huaicos“, como se conoce en el Perú a las avalanchas que descienden de los cerros tras fuertes lluvias o desbordes de ríos, volvieron a deslizarse como serpientes de lodo por las calles de la ciudad, arrasando todo a su paso: viviendas, pertenencias, personas. También complicó la operación de aeropuerto de la ciudad.

Varado

“Estoy más de cinco días varado en Trujillo. Tengo a mi familia que vive en una zona de Lima afectada por los huaicos pero no tengo comunicación. Somos más de 500 personas varadas aquí. No tenemos probabilidad de viajar. Sólo esperamos, no nos queda otra”, dijo a radio RPP el pasajero Ernesto Álvarez.

Las lluvias tampoco cesaban en el norte. En Piura, las calles volvían a anegarse tras el incesante llanto de “El Niño Costero“, un calentamiento del mar frente a la costa peruana, que genera alta evaporación y nubes cargadas. Las precipitaciones generan avalanchas desde las alturas andinas e incrementan el caudal de los ríos, que se desbordan y destruyen todo a su paso, en busca del mar.

Las autoridades mantienen en 72 la cifra de muertos desde enero a la fecha producto de las inundaciones, según dijo el primer ministro, Fernando Zavala. Se registran también 72.115 damnificados -es decir, que lo perdieron todo- y 567.551 afectados -que sufrieron daños menores-.

“Habrá lluvias fuertes en regiones del norte y en Lima centro en los próximos días, por lo que la situación de alerta se mantiene”, comentó Zavala el sábado.

Mientras tanto, la ayuda humanitaria recabada por el gobierno y por particulares era enviada por avión y barco a las zonas afectadas. “Esta crisis va a pasar y mientras tanto debemos ayudarnos todos juntos para solidarizarnos con los que son víctimas de estos problemas”, dijo el presidente Pedro Pablo Kuczynski.

Huarmey bajo el agua

Las precipitaciones han dejado sumergida a la ciudad de Huarmey -300 km al norte de Lima, con vecinos que reportan inundaciones que superan el metro de altura. Imágenes de televisión muestran como algunas personas usan botes para moverse por las principales calles y recuperar sus pertenencias.

El alcalde de Huarmey, Miguel Sotelo, irrumpió en una conferencia de prensa del presidente el viernes por la noche, para pedir ayuda. “Mi pueblo está inundado. Tres días y ya estamos bajo el agua. No hay luz ni comida en mi pueblo. Por favor, el cauce del río pasa por mi pueblo. Le pido con respeto, cinco volquetes y dos excavadores para cortar el río y que no entre a mi pueblo”, suplicó.

El gobierno aseguró que estaba atendiendo el problema. “En Huarmey y en Casma hemos tenido tres puentes que han colapsado y hemos recuperado la conectividad”, explicó el ministro de Transportes, Martín Vizcarra.

La noche del sábado también se reportó la caída del puente Virú, que une Trujillo con Lima, debido a que su estructura fue erosionada por las inundaciones. “Se cayó el puente, es la vía que une el norte de Perú con Lima. Este es un llamado de auxilio”, dijo a la prensa el alcalde de Virú, Ney Gamez.

Vizcarra informó que se ha dispuesto el traslado inmediato de estructuras para recuperar la conectividad en el norte del país en 24 horas.

Zozobra en Lima

En tanto, tras los “huaicos” y desbordes de ríos que golpearon Lima, cientos de personas residentes del sector de Chosica amanecieron el domingo en carpas instaladas en campos deportivos o colegios cercanos a donde estaban sus viviendas, ahora arrasadas por la avalancha.

La alerta roja ante nuevos “huaicos” en la capital se levantó la noche del sábado y poco a poco era restituido el servicio de agua potable, restringido ante la turbiedad de las aguas del rio Rímac, difíciles de captar para consumo humano. Ello obligó a los ciudadanos a salir a buscar el líquido hasta en las piletas de la Plaza Mayor de la capital.

Pero la amenaza de nuevos desbordes del Rímac es constante. Sigue desplazándose con furia, quebrando puentes, inundando vías y amenazando las casas construidas en su ribera. Las clases escolares siguen suspendidas.