Al menos cuatro presos fueron asesinados este domingo en una cárcel de Manaos, elevando a casi un centenar los muertos en esta semana sangrienta en las prisiones de Brasil, sacudidas por la guerra entre las grandes bandas del narcotráfico.

El enfrentamiento ocurrido en la madrugada, en el que la mayoría de víctimas fueron decapitadas, ocurrió en el presidio Desembargador Raimundo Vidal Pessoa por “motivo desconocido”, según un comunicado del Comité de gestión de crisis del estado norteño de Amazonas, que añadió que “la situación en este momento es considerada estable”.

El penal, situado en el centro de la ciudad y clausurado en octubre por sus malas condiciones, había sido reabierto de urgencia el lunes para acomodar a casi 300 reclusos procedentes de otros tres presidios de Manaos.

Las autoridades locales pretendían así separar a los presos de las dos facciones implicadas en la masacre del pasado domingo, en la que 56 internos fueron brutalmente asesinados en el complejo penitenciario Anisio Jobim (Compaj) también en la capital de Amazonas.

En la tarde del lunes, otros cuatro fueron encontrados en otra unidad del mismo recinto.

Amontonados en la enfermería y la capilla, las pésimas condiciones de la prisión a la que fueron transferidos derivó en un tumulto de los internos el viernes, que se manifestaron exigiendo mejoras. La protesta se dispersó sin víctimas a cambio de la promesa de que serán redistribuidos en cuanto se terminen las obras, según el sitio de información G1.

El mismo viernes, en el también norteño estado de Roraima, otra masacre dejó 33 reclusos muertos agravando la crisis del sistema penitenciario brasileño, carcomido por la superpoblación y patrimonio de las bandas.

Aunque el balance descendió después a 31 fallecidos, este sábado se encontraron dos cuerpos enterrados en el mismo presidio de Boa Vista, capital de este estado fronterizo con Venezuela, donde se produjo la tragedia.

Más de 25 bandas

Esta última escalada de violencia la desencadenó, según las investigaciones, la guerra abierta entre el Primer Comando de la Capital (PCC), la mayor facción criminal del país, y el Comando Vermelho (CV) -apoyado por sus aliados locales de la Familia do Norte-, por el control nacional del narcotráfico.

Los expertos ven la raíz de la ruptura entre el poderoso PCC, surgido en presidios paulistas a inicios de la década de 1990, y el carioca CV en el asesinato del barón de la droga Jorge Rafaat Toumani en una emboscada en junio en la frontera con Paraguay. Su muerte habría sido ordenada por el PCC, que no dividió el dominio de ese enclave estratégico.

“A partir de ese momento, la alianza se rompió. Y las consecuencias están apareciendo, que son las masacres en los presidios”, afirmó el fiscal Marcio Sérgio Christino al diario O Estado de Sao Paulo de este domingo.

En esta sangrienta batalla entre el profesionalizado PCC y el Comando Vermelho, controlador de los morros de Rio, ha implicado a otras 25 bandas criminales de diferentes regiones, que se han alineado a uno de los bandos, según la investigación del mismo diario.

Una de las más potentes es la Familia do Norte, originaria del clave estado de Amazonas y sus fronteras con Perú, Colombia y Venezuela. Aliada del Comando Vermelho, esta facción realizó una exhibición de poder el pasado domingo con la primera matanza en Manaos.

La mayoría de las víctimas de la segunda peor masacre en un presidio brasileño eran miembros del PCC que fueron decapitados, desmembrados y con las vísceras arrancadas, según los videos que los propios atacantes hicieron circular por las redes sociales.

Esta ostentación de la violencia se repitió en los demás episodios de la semana, especialmente en Roraima, aunque las autoridades negaron que la matanza de Boa Vista fuera una respuesta del PCC a lo ocurrido días antes.

Temer promete nuevas prisiones

La explosión violenta de los últimos días, que suman al menos 97 muertos, despertó las críticas de organismos de derechos humanos como Human Rights Watch o el Papa Francisco sobre el pésimo estado de las prisiones de país.

Con 622.000 personas privadas de libertad -en su mayoría jóvenes negros-, el gigante sudamericano tiene la cuarta mayor población penal del mundo, por detrás de Estados Unidos, China y Rusia, según datos oficiales.

A nivel nacional, la tasa de ocupación de las prisiones es del 167% y un informe del Ministerio de Justicia estima que habría que aumentar las plazas en un 50% para solucionar el problema.

El jueves, el gobierno de Michel Temer anunció un nuevo plan de seguridad que prevé la creación de nuevas prisiones en todos los estados, así como medidas de modernización del sistema.