El Senado brasileño dio el martes su aprobación definitiva a la enmienda constitucional que congela los gastos públicos durante 20 años a partir de 2017, la primera de las polémicas medidas de austeridad promovidas por el presidente Michel Temer.

El proyecto denominado como “techo de gastos” fue aprobada por 53 votos a favor y 16 en contra y debe entrar en vigor esta misma semana.

La reforma implica que el presupuesto solo podrá aumentar para compensar la inflación del año anterior.

Temer y su ministro de Finanzas, Henrique Meirelles, esperan neutralizar de ese modo el gigantesco déficit fiscal, previsto en 163.000 millones de reales (48.000 millones de dólares) en 2016 y empezar a recuperar la confianza de los mercados para sacar al país de su peor recesión en más de un siglo.

Sus críticos denuncian una medida que afectará las ya maltrechas áreas de salud y educación. Alegan además que el conservador Temer, que accedió a la presidencia tras el impeachment de Dilma Rousseff (PT, izquierda), no tiene la legitimidad de las urnas para llevar adelante sus reformas.

El relator de la ONU sobre cuestiones de pobreza extrema y derechos humanos, Philip Alson, afirmó la semana pasada que se trata de una reforma “desprovista de cualquier matiz y compasión”, que “afectará con mucha más fuerza a los brasileños más pobres y vulnerables”.