La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, y su antecesor Luiz Inacio Lula da Silva, no acudirán a la ceremonia inaugural de Rio 2016, dijeron el martes a la AFP allegados a ambos.

“Ella no va a ir” a la ceremonia de apertura de Rio 2016 el 5 de agosto en el estadio Maracaná, dijo a la AFP una fuente del Palacio de Alvorada, donde la mandataria espera el resultado de su juicio de destitución, previsto para fines de agosto.

Los Juegos Olímpicos serán abiertos por el presidente interino de Brasil Michel Temer, exvice de Rousseff que se tornó su acérrimo enemigo, y que se prepara para hacer un discurso relámpago para evitar ser abucheado.

“Lula no irá”, indicó asimismo el portavoz del Instituto Lula, José Chrispiniano, en un breve correo electrónico enviado a la AFP.

Rechazo a un “papel secundario”

Rousseff, suspendida de su cargo hace casi dos meses y medio mientras el Senado la juzga por manipulación de las cuentas públicas, ya había indicado esta semana que no pretendía relegarse a un segundo plano en los Juegos.

“No pretendo tener un papel secundario en los Juegos de Río. Para empezar, son el fruto del gran trabajo del expresidente Lula (2003-2010). En segundo lugar, el gobierno federal proporcionó la infraestructura de las Olimpiadas”, señaló Rousseff el lunes en una entrevista con el servicio en portugués de la emisora francesa Radio France Internationale (RFI).

La increíble historia de vida y el carisma internacional de Lula, uno de los fundadores del izquierdista Partido de los Trabajadores que nació en la pobreza, fue obrero metalúrgico y gobernó Brasil durante ocho años, ayudó enormemente a Rio a ser elegida en 2009 como sede de la mayor fiesta del deporte mundial.

“Los Juegos Olímpicos volverán a dar confianza al pueblo de Brasil”, afirmó Lula en Copenhague el 2 de octubre de 2009, llorando de alegría y colocándose la bandera brasileña como una capa al recibir el ansiado voto de confianza del Comité Olímpico Internacional (COI), que fue festejado en vivo en la playa de Copacabana por cientos de miles de personas.

La invitación para la ceremonia inaugural del 5 de agosto cursada por la organización de los Juegos a Rousseff es similar a la que recibieron los expresidentes Lula, Fernando Henrique Cardoso, Fernando Collor de Mello y José Sarney, detalló el diario Estadao.

Rousseff está siendo juzgada por el Senado tras haber sido acusada de aprobar gastos sin la autorización del Congreso, lo que podría constituir un crimen de responsabilidad que atañe solo a los funcionarios públicos. Según la Carta Magna, esa infracción puede costarle la destitución definitiva.

No obstante, la magnitud de la crisis que llevó a su traumático reemplazo por Temer, la exguerrillera y economista de 68 años se mostró confiada en que el evento será un éxito.

“No deben descansar”

“Están las condiciones para que se desarrollen en un ambiente tranquilo. Las autoridades no deben descansar antes de las Olimpíadas. El Mundial [de fútbol de Brasil 2014] fue un proceso muy intenso del que aprendimos mucho. Organizamos un mundial, una visita papal”, dijo a RFI, antes de buscar despejar el temor a posibles atentados.

“Tenemos el mejor dispositivo de seguridad posible”, añadió.

La semana pasada, la policía detuvo a un grupo de 12 brasileños que reivindicaban a la organización Estado Islámico e intercambiaron mensajes que sugerían que podrían estar preparando ataques durante los Juegos.

La presidencia de Rousseff pende de un hilo y buena parte de su destino se definirá durante la competencia olímpica.

Una comisión del Senado votará el 4 de agosto, 24 horas antes de la ceremonia inaugural, si el proceso debe avanzar o ser archivado, y cinco días después los 81 senadores decidirán si ratifican ese parecer.

De hacerlo, habrá una sesión tras el cierre de los Juegos para sellar el destino de Rousseff, que será destituida si al menos 54 de los 81 senadores votan a favor del impeachment. En este caso Temer, que presidirá la apertura de los Juegos, terminará su mandato a fines del 2018.