El presidente egipcio, Abdel Fattah al Sisi, rindió este miércoles homenaje a Hosni Mubarak durante los funerales del expresidente que dirigió el país durante casi 30 años antes de abandonar el poder en 2011 bajo la presión de la Primavera Árabe.

Sisi presidió una procesión cerca de la mezquita al Mushir Tantaui, en el este de El Cairo, mientras los cañones lanzaban salvas en homenaje al expresidente fallecido el martes, a los 91 años, en un hospital militar de El Cairo.

El ataúd, depositado en una cureña fue escoltado por soldados en uniformes de gala.

Detrás de Sisi, seguían numerosas personalidades egipcias, entre ellas, el primer ministro Mostafa Madbuly, los hijos de difunto, Alaa y Gamal, y el papa copto Tawadros II.

Tres días de duelo

El actual presidente saludó brevemente a la familia de Mubarak que después sería enterrado en el panteón familar en Heliópolis, en la parte oriental de la capital egipcia.

Las imágenes de la procesión, que solo duró unos minutos, fueron difundidas en directo por varias cadenas de televisión egipcias, que mostraron un crespón de luto en la pantalla.

El miércoles por la mañana se había desplegado un importante dispositivo de seguridad, incluidos vehículos blindados, cerca de la mezquita y del cementerio, según periodistas de la AFP.

Decenas de admiradores de Mubarak se apostaron cerca con retratos del expresidente y banderas egipcias.

Samir Gaafar, de 59 años, llevaba una foto del expresidente, con un texto en el que denunciaba la revuelta de 2011. “Vengo hoy aquí ya que los pobres de este país se han vuelto más pobres después de Mubarak”, dijo a la AFP.

El presidente, que al igual que Mubarak es un militar al frente de un régimen autoritario, decretó tres días de duelo nacional, a partir del miércoles.

Sentimientos diversos

Además de palestinos, israelíes y emiratíes, pocos dirigentes extranjeros han reaccionado a la muerte del exjefe de Estado.

El secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo ofreció brevemente su pésame el martes durante un punto de prensa.

Este miércoles, el diario de Estado Al-Ahram, titulaba en primera página: “Mubarak entre las manos de Dios”, con una foto del antiguo rais, cruzada por una banda negra.

“Se podía o no estar de acuerdo con él, pero una cosa es segura: Mubarak nunca traicionó a su país”, escribía Mohamed Amin, editorialista del diario privado Al Masry al Yum.

Mubarak dimitió del cargo en febrero de 2011, tras 18 días de una revuelta sin precedentes contra su régimen, en el marco de la Primavera Árabe,
que se había iniciado a principio de ese año en Túnez.

El excomandante en jefe, que lideró durante 30 años un régimen marcado por los abusos policiales y la corrupción, fue el primer presidente del país en ser procesado, aunque le absolvieron de la mayoría de cargos que pesaban contra él.

Con el paso de los años, la aversión de los egipcios por el expresidente fue mudando en una suerte de indiferencia mezclada con nostalgia, pues muchos ven en su mandato un periodo de estabilidad que ahora añoran.

Su defensa contra viento y marea de los acuerdos de paz de 1979 con Israel y su fama de “moderado” dentro del mundo árabe, le granjeó amigos en Occidente, sobre todo Estados Unidos, firme aliado de Egipto desde entonces.