Una monja española de 77 años fue degollada en un pueblo de la República Centroafricana, donde enseñaba costura.
Por ello, el papa Francisco condenó este miércoles el “bárbaro” asesinato. “Quiero recordar hoy con ustedes a la hermana Inés Nieves Sancho, de 77 años, educadora de niñas pobres durante décadas, asesinada de modo bárbaro en Centroáfrica en el mismo local donde enseñaba a coser a las niñas”, dijo.
Francisco pidió orar en silencio por la religiosa, perteneciente a la congregación francesa de las Hijas de Jesús de Massac.
Según el medio digital Vatican News, la monja originaria de Burgos fue hallada decapitada el lunes por la mañana, pero según el obispo español de su diócesis fue degollada por razones todavía desconocidas.
“En la noche del domingo al lunes, sus agresores se introdujeron en su habitación y la llevaron al centro que dirigía para las jóvenes, donde la decapitaron”, detalló el medio.
“No hubo reivindicación, pero según un diputado local, este asesinato podría estar ligado al tráfico de órganos humanos, y a los numerosos asesinatos rituales en la región”, añadió.
El jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, expresó su pesar por la muerte, ocurrida cerca de la frontera con Camerún.
“Mi pésame y cariño para la familia de Inés”, escribió el dirigente en Twitter el martes, saludando “su labor siempre al servicio de los más necesitados”.
Un portavoz de la diócesis de Burgos (norte), de donde era originaria la monja, explicó a la AFP que habló con el obispo español de la diócesis donde se cometió el asesinato.
“Me comentó que no sabían las razones del asesinato, que nadie se había atribuido la responsabilidad”, afirmó.
“Me comentó sobre esas noticias que decían que fue decapitada, que fue más bien degollada: le dieron cortes en el cuello hasta matarla, pero no le cortaron del todo la cabeza”, precisó.
La República Centroafricana está desgarrada desde 2013 por una guerra que forzó a casi una cuarta parte de sus 4,5 millones de habitantes a huir de sus hogares.
El gobierno de Bangui y 14 grupos armados que controlan una parte del país y se disputan el control de sus recursos firmaron en febrero pasado un acuerdo de paz que tarda en implementarse.