El presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, de 82 años, presionado por una inédita ola de protestas desde hace más de un mes y abandonado por el ejército, renunció el martes por la noche, anunciaron los medios de prensa oficiales.

Buteflika, en el poder desde hace 20 años y muy débil desde el accidente cerebrovascular que sufrió en 2013, “avisó oficialmente al Consejo Constitucional del final de su mandato de presidente de la República” a partir de ayer martes, indicó un informativo en la televisión nacional, horas después que el ejército cuestionara la autoridad de la presidencia.

La agencia de prensa oficial APS indicó que Buteflika “notificó oficialmente al presidente del Consejo Constitucional su decisión de poner fin a su mandato”.

Esta decisión “está destinada a contribuir al apaciguamiento de los ánimos de mis compatriotas, para permitirles proyectar juntos a Argelia hacia un futuro mejor”, explicó el jefe de Estado en su carta de renuncia, publicada por la agencia oficial APS.

La televisión nacional emitió más tarde imágenes de Buteflika, sentado en una silla de ruedas, entregando su carta de dimisión al presidente del Consejo Constitucional, Tayeb Belaiz.

“Con la presión del ejército y el discurso extremadamente fuerte de Gaid Salah [para Buteflika] era imposible continuar”
- Andrew Lebovich, especialista del Magreb del European Council on Foreign Relations.

En la sala, en una ubicación no precisada, también se encontraba el presidente del Consejo de la Nación (la cámara alta del Parlamento), Abdelkader Bensalah, de 77 años, encargado por la Constitución de garantizar el remplazo de Buteflika durante un periodo máximo de 90 días, en los que debe organizar elecciones presidenciales.

Tan pronto se conoció la noticia de la renuncia de Buteflika empezaron a sonar las bocinas de los vehículos en las calles de Argel y los habitantes de la capital se congregaron en la plaza de la Grande Poste, epicentro de las protestas de las últimas semanas.

Millones de personas reclamaban la marcha de Buteflika con manifestaciones pacíficas por toda Argelia desde hace más de un mes, pero también la partida de su entorno y del “sistema” en el poder.

Las protestas comenzaron el 10 de febrero, cuando Buteflika, quien apenas aparece en público desde su accidente cerebrovascular, anunció su intención de aspirar a un quinto mandato en una elección inicialmente prevista para el 18 de abril.

Tras renunciar a sus aspiraciones, el presidente retrasó sin plazo o fecha determinados los comicios, pero preveía mantenerse en el cargo tras el fin de su mandato actual para organizar una transición y un proceso de reformas.

“No engañados”

La noche del martes, alrededor de mil personas se congregaron en la Grande Poste, en un ambiente de alegría coronado por fuegos artificiales.

La mayoría de los argelinos consultados por la Agence France-Presse expresaron su determinación a seguir manifestándose, a pesar de la renuncia del presidente, rechazando la transición prevista por la Constitución, que deja a actores del “sistema” a las riendas del país.

Como Yacine Saidani, muchos se decían “contentos, pero no engañados”. “Manifestaremos hasta la marcha del sistema”, aseguró este ingeniero de 40 años.

“Es el principio, el resto está por venir”, “cada día es un peldaño, no vamos a detenernos”, coreaban los manifestantes.

El lunes, la presidencia argelina había anunciado en un comunicado que Buteflika renunciaría antes del término de su actual mandato, el 28 de abril, tras haber tomado “medidas para garantizar el funcionamiento de las instituciones del Estado durante el periodo de transición”, pero sin más precisiones.

Ryad KRamdi | Agence France-Presse
Ryad KRamdi | Agence France-Presse

El martes, tras una reunión de los más altos militares, su jefe de Estado Mayor, el general Ahmed Gaid Salah, dijo que ese comunicado no emanaba del jefe de Estado sino de “entidades no constitucionales y no habilitadas” para hacerlo.

“En este contexto particular, confirmamos que cualquier decisión tomada por fuera del marco constitucional está considerada como nula”, añadió el general Salah, sugiriendo que el ejército ya no podría someterse a las decisiones provenientes de la presidencia.

“Con la presión del ejército y el discurso extremadamente fuerte de Gaid Salah [para Buteflika] era imposible continuar”, explicó a la AFP Andrew Lebovich, especialista del Magreb del European Council on Foreign Relations.

“Habrá quien diga que es un golpe de fuerza del ejército, pero estamos en un proceso político, constitucional”, destacó el investigador.

“Preservación de intereses personales”

Desde que comenzaron las protestas, el 22 de febrero, el presidente ha intentado aferrarse al poder multiplicando propuestas, vistas por los manifestantes como maniobras, sin lograr calmar la contestación.

Los últimos días se había visto muy aislado, después de que el general Gaid Salah, hasta ahora un aliado indefectible, afirmara que la salida a la crisis era su marcha del poder, una posición a la que rápidamente se sumaron los principales pilares del régimen.

Con la dimisión del presidente Buteflika, “Argelia pasa una página importante de su historia”, consideró Jean-Yves le Drian, ministro de Relaciones Exteriores de Francia, respecto de su antigua potencia colonial.

“Confiamos en la capacidad de todos los argelinos para que esta transición democrática se produzca con el mismo sentido de calma y responsabilidad” de las últimas semanas, destacó.

“Corresponde a los argelinos decidir cómo gestionar esta transición en Argelia”, dijo por su parte el Departamento de Estado estadounidense.