Los habitantes de Malí votaron este domingo en unas presidenciales consideradas como cruciales para el acuerdo de paz de 2015, una jornada electoral marcada por incidentes y una baja participación, y cuyos resultados se conoceran durante la semana.

Más de ocho millones de los 18 millones de habitantes que tiene Malí, un país del oeste de África con unas veinte etnias distintas, debían optar por renovar el mandato del actual presidente, Ibrahim Bubacar Keita, de 73 años, o elegir a uno de sus 23 contrincantes, entre ellos el líder de la oposición, Sumaila Cisé, y Djeneba N’Diaye, la única mujer candidata.

La comunidad internacional espera que el ganador reactive el proceso de paz de 2015 entre el gobierno y los antiguos rebeldes mayoritariamente tuaregs, cuya aplicación todavía no ha terminado.

Además de los cascos azules de la ONU, también está estacionada en Malí la fuerza militar francesa Barkhane, sucesora de la operación francesa Serval que se puso en marcha en 2013 para luchar contra los yihadistas.

Pese a ese acuerdo, la violencia de los grupos yihadistas no sólo ha continuado sino que se ha extendido del norte hacia el centro y el sur de Malí, así como a países vecinos como Burkina Faso y Níger, donde se mezcla a veces con conflictos entre comunidades.

Según Mahamat Saleh Annadif, jefe de la misión de la ONU en Malí (Minusma), la elección de Keita en 2013 permitió “restablecer el orden constitucional” aunque la situación sigue siendo “frágil”.

Los cerca de 23.000 colegios electorales cerraron hacia las 18:00 (14:00 en Chile). Los primeros resultados se esperan en 48 horas aunque los oficiales no se conocerán hasta el 3 de agosto como muy tarde. Si hay segunda vuelta se celebrará el 12 de agosto.

El presidente saliente votó poco después de las 09:00 locales en Bamako, la capital, y el líder de la oposición debía hacerlo en Niafunke, en la región de Tombuctú, en el noroeste del país.

En el norte, en donde el Estado está casi ausente, en particular en Kidal (noreste), bastión de los exrebeldes que firmaron el acuerdo de paz.

A pesar del despliegue de más de 30.000 miembros de las fuerzas de seguridad, nacional y extranjeras, según el ministerio de Seguridad, una serie de atentados contra el material y los agentes electorales se registraron en el norte y centro del país.

La tasa de participación es tradicionalmente baja en la primera vuelta.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que estuvo en Malí hace dos meses, alentó a los malíes a “convertir estos comicios en un proceso pacífico, libre y transparente y a recurrir a las instituciones previstas en caso de litigio”.

La oposición, que denunciaba el riesgo de fraude, finalmente se puso de acuerdo el sábado con el gobierno para participar en las elecciones a pesar de sus críticas al censo electoral.

El viernes, los yihadistas entraron en campaña con unas declaraciones del tuareg malí Iyad Ag Ghaly, jefe de la principal alianza yihadista del Sahel, llamada Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes y relacionada con Al Qaida.

“Estas elecciones solo persiguen un espejismo y nuestros pueblos solo cosecharán ilusiones”, dijo en un vídeo Ghaly, que en 2012 dirigió uno de los grupos islamistas que se apoderó del norte del país.