El 2 de abril de 1997, en el estadio Hernando Siles de La Paz, el partido entre Bolivia y Argentina por las Clasificatorias al Mundial de Francia 1998 termina en escándalo.

El triunfo 2-1 de los altiplánicos pasa a segundo plano luego de que dos argentinos son expulsados por agredir a rivales y el duelo se le escapó de las al juez Marinho Dos Santos.

Antes, en el medio tiempo, un dirigente local había agredido a un miembro del equipo técnico argentino. Los ánimos venían caldeados incluso antes del encuentro, cuando el DT Daniel Passarella insistió en que era inhumano jugar en la altura de La Paz.

Cuando la Albiceleste ya jugaba con 9 hombres por las expulsiones de Gustavo Zapata y el portero ‘Nacho’ González, vendría lo peor. Tras ir a buscar un balón cerca de la banca boliviana, Julio Cruz se pelea con los locales y recibe un golpe de puño de José Trujillo, chofer del bus del seleccionado altiplánico.

Passarella junto a otros jugadores intentan levantar a Cruz que sigue en el suelo tomándose el rostro. Se lo llevan en brazos al camarín sin la autorización del árbitro que, 12 minutos después de la interrupción, pide seguir adelante con el partido.

Las puertas del vestidor visitante siguen cerradas. Cruz ni Passarella vuelven a salir, Argentina termina perdiendo 2-1 con 8 jugadores en cancha y dirigidos por un joven Alejandro Sabella, entonces ayudante del DT.

Terminado el encuentro, todos se agolpan afuera del camarín trasandino. Eduardo Bongiovanni, por entonces jefe de prensa de la Albiceleste, le cuenta a sus colegas que Cruz, “producto del golpe, tiene sangre por todo el rostro”. Los gráficos quieren la imagen del momento, pero no se autoriza su ingreso a los vestidores.

Minutos después, un cambio radical. Las puertas del camarín se abren porque Passarella, un técnico reconocido por su resguardo de la intimidad, quería que todos vieran el estado del golpeado Cruz.

El delantero está acostado en la camilla. A su lado, una mesa con vendas, botellas de agua, gasas y algunos medicamentos. Tiene los ojos cerrados, la camiseta con el 9 manchada de sangre y su pómulo izquierdo cortado. Los fotógrafos tienen “la imagen”, salvo por un detalle que pondría en jaque al fútbol argentino. El bochorno recién comenzaba.

Olé
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“Tiene el corte del otro lado”

Gustavo Ortiz, entonces gráfico de Olé, recordó al citado medio que, tras tomar la fotografía, la envió a sus superiores y recibió una puteada de regreso.

“Me llama el jefe de fotografía, a las puteadas. Me dice: ‘Vos sos boludo. Escaneaste las fotos al revés’. Yo le digo que no. Y me dice: ‘Cruz tiene el corte del otro lado’. Ahí saltó todo. Porque yo tenía la secuencia del golpe en el otro pómulo. Se armó un lío bárbaro”, comentó Ortiz.

Al mismo tiempo, en otro punto del Hernando Siles, el médico Luis Seveso informa que “Cruz está reaccionando bien, todavía se encuentra algo obnubilado por el golpe. Tiene un corte en la cara que necesita un puntito de sutura, pero no es grave”. Las imprecisiones ya eran evidentes.

En Argentina, en tanto, Julio Grondona ya sabe lo que pasa. El presidente de la AFA no viajó a Bolivia por estar convaleciente de una operación renal, pero su experiencia le basta para adivinar los planes de la delegación trasandina.

Dos días después del partido, Seveso llega a la casa de Grondona en Sarandí y su versión de lo sucedido con Cruz cambia radicalmente. “Yo soy el responsable. Se cortó cuando lo llevábamos de la escalera del túnel al vestuario. Allí se me cayó al piso, Julio estaba mareado y semidesmayado, y se lastimó el otro pómulo”, aseguró el médico de la Albiceleste.

A la FIFA llegó después el esperado mensaje desde Argentina. El informe que eleva la AFA hablaba del violento accionar policial, de la poca seguridad en el estadio y de los golpes de los auxiliares a la delegación trasandina. No dice nada de pedir los puntos o sanciones a Bolivia. Lo que pasó, pasó.

Algunas versiones cuentan que Grondona fue clave para frenar cualquier intención de pedir los puntos. Recordaba muy bien lo ocurrido con Chile y Roberto Rojas en Brasil, que derivó en que La Roja quedara marginada de dos procesos mundialistas. La AFA, por lo sucedido en La Paz, no recibió castigo.

Ole
Ole

“No me acuerdo de nada”

A 23 años de episodio que quieren olvidar en Argentina, sus protagonistas se siguen tirando la pelota entre ellos.

Miguel Ángel Rimba, exdefensa boliviano que jugó el citado partido, contó después que “ese episodio negro, tiene un responsable principal y con mayúsculas: Daniel Passarella. Venía incitando desde una Copa Libertadores que tuvimos acá, cuando dirigía a River. Decía que era inhumano jugar en La Paz. Uno juega donde nace, donde vive. Nacimos acá y jugamos acá, no podemos hacerlo en otro lado”.

‘Nacho’ González, en tanto, sostuvo sobre el encuentro que “el vestuario era un caos. Y también fue un caos salir del estadio, llegar al hotel e irnos al aeropuerto. Sobre lo de Cruz se tejieron 200.000 hipótesis de lo que pudo llegar a pasar, pero sinceramente yo en ese momento estaba mentalmente en otro lado. Yo en ese momento, estaba muy preocupado por el resultado y porque sabía la que se me venía con las cámaras y la sanción. Ese partido marcó mi carrera”.

Cruz, por su parte, que tres días después del incidente entrenaba junto a sus compañeros en River Plate con un apósito cubriendo la herida en su rostro, siempre tuvo pocas palabras para el episodio.

“Estoy bien, no sé. Creo que cuando me pegaron fue como si tuviera un anillo en la mano. No recuerdo cómo fue, te repito. No me acuerdo de nada. Recién tomé conciencia en el vestuario”, aseguró el delantero entonces, igual a como la hecho cada vez que se le consulta sobre el tema.