La Copa del Mundo que se celebró en nuestro país, específicamente en el año 1962, dejó un sinfín de historias para contar y comentar.

Una de ellas tiene relación con el ‘Campeón de la Honestidad’, denominación que se le dio al insólito hecho que marcó el partido que la Unión Soviética y Uruguay disputaron por la fase de grupos de dicho certamen.

Según data en los registros, ambas escuadras se enfrentaron en el estadio Carlos Dittborn de Arica, un 6 de junio de 1962, por el tercer y último cotejo del Grupo A del torneo planetario.

La permanencia de las selecciones en la principal cita futbolística dependía única y exclusivamente de dicho resultado, por lo que la primera que cometiese un error se despediría para siempre del certamen.

Si bien los soviéticos fueron los encargados de dar el primer gran golpe en el norte, gracias a la correcta ejecución de Aleksei Mamykin (38′), los sudamericanos rápidamente reaccionaron y con al tanto de Jose Sasia (54′) equilibraron nuevamente la balanza.

Con eso esto, y ya en el segundo tiempo, el partido se veía más que complicado. Y es que los nervios no solo se apoderaron de los jugadores que estaban dentro del campo de juego, sino que también de los 9.973 espectadores que ese día llegaron para presenciar el encuentro.

Fue en eso, y cuando menos lo esperaban, que apareció el atacante europeo Ígor Chislenko, quien luego de sacar un extraordinario remate clavó la esférica dentro del arco del meta charrúa para romper otra vez con la paridad.

¡Goooool de la Unión Soviética!, gritaron los locutores radiales al unísono, mientras los fotógrafos saltaban a la cancha del Carlos Dittborn para capturar con sus cámaras el histórico momento.

Todo era alegría y emoción, o eso hasta que varios de los jugadores soviéticos se dieron cuenta de algo raro estaba pasando. Esto ya que vieron que Igor Netto, capitán del equipo y tocayo de Chislenko, estaba conversando seriamente del juez central.

Igor Netto. Extraída de Stop and Goal
Igor Netto. Extraída de Stop and Goal

Si bien en un principio nadie entendía muy bien qué era lo que realmente estaba ocurriendo, la intriga se disipó cuando el árbitro levantó la mano para anular la reciente conversión.

¿Por qué está anulando nuestro gol?, se preguntaron inmediatamente algunos de los jugadores de la URSS. Ante lo que Netto debe haber respondido: le dije la verdad al referí, nuestra conquista fue parte de una ayudita divina.

Y es que aunque cueste creerlo, el gran Igor Netto le había advertido al árbitro que el remate de su compañero se había metido al arco por la parte exterior de la red, a través de un hoyo en la malla, por lo que ese gol no podía ser válido.

La acción dejó boquiabiertos a los demás seleccionados y al cuerpo técnico de su propio equipo, quienes en vez de enojarse por lo que su capitán acababa de hacer, corrieron para felicitarlo por su honestidad y buena fe.

Eso sí, dicen que en este mundo todo se devuelve, y en el minuto 89 de juego la sinceridad de Netto fue premiada. ¿La razón? sencilla. Faltando un minuto para el final apareció Valentín Inanov para marcar el 2-1 y enviar a la Unión Soviética, así como a su líder, directo a la próxima fase del Mundial de Chile 62′.

Selección Soviética. Extraída de Stop an Goal
Selección Soviética. Extraída de Stop an Goal

Los registros señalan que el conjunto europeo cayó por 2-1 ante Chile en los cuartos de final, hecho que además de eliminarlos de la cita deportiva que se disputó en este lado del mundo, significó el inicio del fin de la carrera deportiva del honesto capitán.

De hecho el último escollo que lo tuvo en cancha fue la Copa Soviética de 1963, al mando del Spartak FC, evento del que se coronó campeón luego de dejar en el camino al Shinnik Yaroslavl, el Dinamo de Kiev, el Dinamo de Leningrado, el Dinamo de Moscú y al Shaktar Donetsk, en la final.

Luego de esto el histórico defensor del cuatro soviético decidió colgar los botines, aunque no por mucho tiempo. En 1967 llegó hasta la banca del AC Omonia de Chipre, donde luego de una destacable campaña emigró para dirigir a la Selección de Irán. Allí se mantuvo hasta la década de los 70.

Ya en sus años finales el adorable capitán sumó pasos por el Spartak de Moscú (1973), el Panionios de Grecia (1977) y el Neftchi Bakú (1979), equipos con los que logró un amplió reconocimiento a nivel mundial.

De esta manera al menos lo resume la crónica que Guillermo Barrantes publicó en su libro “Las mejores anécdotas de los Mundiales”, la cual recuerda el emotivo gesto que el jugador europeo tuvo en la Copa del Mundo de nuestro país.

Revisa el registro de aquella inédita situación a continuación: