Desde que desapareció la avioneta que trasladaba a Emiliano Sala y David Ibbotson desde Nantes a Cardiff, todos se han centrado en encontrar a los viajeros, o al menos, la Piper Malibu en la que iban a Gales.

Sin embargo, y con los hallazgos de los últimos días, ahora surge una nueva búsqueda: la de las razones del accidente. Juan del Azar, un piloto argentino que voló más de 400 veces el tramo del Canal de La Mancha, tiene su teoría.

El piloto, que estudió ingeniería mecánica areonáutica en California, y que es exjefe de riesgo de Merrill Lynch en Londres, cree tener respuestas a algunas interrogantes en base a su experiencia y los antecedentes conocidos hasta ahora.

El argentino cree que lo que le pasó a David Ibbotson es un fenómeno denominado como “desorientación espacial”. “Es llamativo: tu cuerpo te da señales erróneas en ese momento. Tu cuerpo te dice que el avión está subiendo y el avión está cayendo y viceversa. Entonces lo único que es válido son los instrumentos”, explica del Azar, en entrevista con el diario Clarín de Argentina.

“Se trataría de un caso de negligencia grave ante una operación comercial ilegal según los datos que existen hasta ahora”, añade, y explica que la desorientación espacial ocurre cuando la nave está en una nube y no se ve nada. Ahí, hay que pilotear según los instrumentos del avión, y no según lo que se ve o se siente.

Su análisis se basa en la poca experiencia y la carencia de las condiciones básicas por parte del piloto para hacer el viaje que no llegó a su destino.

“Acá hay un avión de registración americana, un piloto que no tenía una licencia para un avión americano y que tenía una licencia para volar en Inglaterra en condiciones visuales”, sostiene Juan del Azar.

Pese a que el avión en el que viajaban Sala e Ibbotson era de 1984, del Azar cree que la mayoría de los accidentes aéreos son provocados por errores humanos, ya sea en la conducción, o en la mantención, o por decisiones erradas.

“No es culpa de los aviones. Sí, a veces, hay fallas. Pero son una pequeña minoría: entre el 3 y el 4 por ciento. El riesgo en la aviación no son las máquinas, sino son los humanos, tanto los mecánicos encargados del mantenimiento como los pilotos”, afirma el argentino.