“Ronaldo se muere, ayuda por favor”. Con esta frase el histórico lateral de la Selección de Brasil, Roberto Carlos, anunciaba que algo raro le estaba pasando a su entonces compañero de labores: Ronaldo Luís Nazário de Lima.

Los supuestos eran confusos y con el pasar de los años lo fueron aún más. A continuación te contaremos que fue lo que ocurrió ese 12 de julio de 1998, fecha en la que aún cuando ‘El Fenómeno’ estuvo ad portas de perder la vida, una extraña razón lo obligó jugar la final en ‘Francia 98’.

Cuando el reloj marcó el mediodía del domingo 12 de julio de 1998, todas las alertas se encendieron en París. Así lo detalla el libro “Juego Sucio” de los periodistas Francisco Sagredo y Fernando Tapia.

Todos sabían la importancia del partido que se jugaba en 6 horas, y por lo mismo los jugadores buscaban bajar la ansiedad y los nervios. En ese contexto, Ronaldo y Roberto Carlos trataban de relajarse viendo una carrera de la Fórmula 1 en la televisión.

Hasta aquí ninguna novedad. Sin embargo, todos sabemos que la vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, y eso fue precisamente lo que pudo haber ocurrido ahí.

Horas de terror para la canarinha

‘El Fenómeno’ se fue a negro, y la imagen que su amigo y compañero estaba presenciando era terrible: Ronaldo yacía tendido en el suelo, retorciéndose, golpeándose los brazos y botando espuma por la boca.

Eso sí, lo peor estaba por venir. Y es que al desfigurado rostro que tenía el joven jugador se sumó que estuvo cerca de 40 segundos sin poder respirar, desatando el caos y la histeria colectiva al interior del hotel.

Todos corrían sin saber qué hacer, hasta que el médico jefe del combinado calmó los ánimos. Lo primero que hizo fue escuchar con atención a Roberto Carlos, quien le indicó que el talentoso atacante había sufrido un ataque de epilepsia.

Fue mientras eso pasaba que el goleador se estabilizó, pero los fuertes dolores que denunció estar sintiendo obligaron a que los médicos lo trasladaran hasta el hospital más cercano.

“Me tienen que esperar, regresaré para la final”, fueron las palabras que el crack le dijo a su compañero de labores antes de marcharse.

Fueron horas de incertidumbre y profunda preocupación, las que se agrandaron aún más cuando los periodistas que se encontraban en el Stade de France se percataron que el nombre del jugador no estaba en el nómina oficial.

Su lugar, en cambio, estaba ocupado por Edmundo, que no generaba toda la euforia que prometía ver al mejor jugador del mundo en la mismísima final.

Y fue en este contexto que -media hora antes del partido y ante todo pronóstico- Ronaldo apareció en el estadio galo, haciéndole creer a todo el mundo que la ausencia de su nombre respondió solo a un error de ‘tipeo’.

Eso sí, el esfuerzo de poco y nada sirvió, ya que el sudamericano fue un verdadero fantasma dentro del campo de juego, cediéndole en bandeja el trofeo a los europeos que esa tarde ganaron por 3 tantos 0, gracias a la inolvidable actuación de Zinedine Zidane.

¿Qué había pasado? ¿Por qué si el artillero había sufrido un ataque de epilepsia volvió para jugar? y ¿Se había recuperado totalmente o le obligaron a que así fuera?: fueron algunas de las interrogantes que comenzaron a circular como ‘pan caliente’ dentro de la prensa mundial.

Dos décadas más tarde, dicha situación sigue siendo un verdadero enigma, aunque existe una teoría que podría explicar total o parcialmente la verdad.

En el año 1966, la Confederación Brasileña de Fútbol cerró un potente y millonario contrato de trabajo con Nike. La empresa deportiva había encontrado la manera de hacerle la competencia a Adidas, quien por esos años dominaba el mercado futbolístico.

La guerra estaba declarada y aquella confusa final era el escenario perfecto para que las dos casas deportivas se enfrentaran: Francia vestida con la ropa de Adidas, mientras que Brasil con la de Nike.

De esta manera, era imperdonable que la máxima estrella del combinado estuviera ausente. Daba igual si había sufrido una crisis epiléptica o un ataque cardíaco. Ronaldo debía jugar a como dé lugar.