¿Recuerdan de la historia de los hermanos Kazuo Koriotto y Masao Koriotto de la extinta serie de los Súper Campeones?. Bueno, una historia similar, aunque con varios matices de por medio, es la que está acaparando toda la atención y dando de qué hablar en Argentina.

¿De qué se trata? de la vida de las gemelas Emilia y Delfina Fernández Blanco, quienes debieron recurrir a la justicia de dicho país para poder cumplir con su sueño de vida:jugar juntas al fútbol y en un mismo club.

“Teníamos tres años y ya jugábamos ‘distinto’. La gente ya nos miraba ‘distinto’. Pero a esa edad lo único que necesitábamos era a la otra y una pelota”, partió recordando Emilia, quien hoy ya tiene 16 años, en conversación con El Clarín.

Esa ‘otra’ de la que habla es su hermana gemela Delfina, con quien desde pequeña compartió la pasión por la esférica, pese a los gritos machistas que a temprana edad debieron escuchar.

“Nuestros compañeros de colegio podían jugar en un club. Nosotras no éramos malas, éramos ‘mujeres’. A los siete años pudimos empezar con clases en el Club de Amigos, con los varones”, comentó Delfina, quien nació 10 minutos antes que la ‘Emi’.

Complementando con que “todavía me acuerdo las miradas de los padres: dolían, y mucho. Era horrible entrar a la cancha. Pero tocábamos la pelota y éramos otra vez nosotras dos y la pelota”.

Precisamente esto último lo que más a llamado la atención de los entendidos en el tema, ya que aunque las gemelas puedan estar ocupando puestos totalmente distintos dentro del campo de juego, solo basta que se miren para que entiendan a la perfección qué es lo que va hacer la otra.

“Cuando ella me la pasa al medio yo ya sé que va a estar ahí para buscar el pase de nuevo. Hay millones de jugadores que están conectados. Pero nosotras no lo entrenamos”, agregó una orgullosa Delfina.

Eso sí, no todo ha sido color de rosas en la vida de estas jóvenes futbolistas, puesto que cuando ambas tenían 10 años de edad, fueron testigos presenciales de uno de los tópicos más repudiables dentro del deporte mundial: el machismo y la discriminación. Con tan solo 10 años de edad, tanto Emilia como Delfina debieron conocer en carne propia lo que es ser discriminadas por querer perseguir tus sueños.

El escenario fue el club GEBA, en el que, en palabras de ellas mismas, las hicieron sentir como visitantes dentro de su propio equipo. “Era un club competitivo, con padres cegados por el machismo. Mi mamá movió cielo y tierra para conseguirnos equipo. Hasta que lo logró , detalló Emilia.

Quien de paso indicó que duraron tan solo dos años allí, ya que “no nos querían: antes de jugar firmábamos una planilla en la que no estaban nuestros nombres. Mi mamá los tenía que agregar a mano”.

Aún así, lo peor estaba por venir. Y es que según relataron las trasandinas, un día, en la previa de un cotejo, un hincha se acercó a la madre de ellas y les dijo de manera fuerte y clara: “las chiquitas no pueden jugar y si se sientan en el banco de suplentes les van a descontar los puntos a su equipo”.

“No había categorías menores en otros clubes. Por eso fuimos a hablar con el coordinador, con entrenadores y hasta con el presidente de GEBA. Pero el club nos dio la espalda”, recordaron con gran pesar ambas. Y fue esto mismo lo que las motivó y obligó a recurrir a la justicia del país transadino, quien luego de un arduo proceso les dio la razón: podían jugar a la pelota tal como los demás niños de sus edad.

“Después fui a la Justicia y el juez me dijo ‘¡Te felicito! Venís por el derecho de tus hijas, no por plata"”, concluyó Diana Fernández, la madre de las talentosas deportistas.

Afortunadamente esta historia tuvo un final feliz y hoy, mientras ambas se esfuerzan por terminar el colegio, tanto Emilia como Delfina son las gemelas emblemas de la Primera División de River Plate, club que las recibió con los brazos abiertos y que optó por dejar de lado los permisos y documentos que otros planteles les solicitaban, por el solo hecho de querer jugar a la ‘pelotita’.