El exjefe del fútbol brasileño José María Marín fue sentenciado este miércoles a cuatro años de cárcel por una jueza federal de Nueva York que le acusó de ser “un cáncer” que corrompió el deporte en su país y en el mundo.

Marín, de 86 años, “podría y debería haber dicho que no, pero en vez de eso tendió su mano y se unió al juego” de aceptar sobornos, dijo la jueza Pamela Chen al anunciar su sentencia.

Recordemos que la fiscalía estadounidense había acusado a Marín de recibir 6,55 millones de dólares en sobornos de las empresas deportivas Torneos y Competencias, Full Play y Traffic, a cambio de contratos para la televisación y marketing de torneos como la Copa América y la Libertadores.

Además, se reclamaba 10 años de prisión y el pago de una multa de 6,6 millones de dólares.

La defensa del dirigente, en cambio, solicitaba 13 meses de cárcel debido a la avanzada edad y la frágil salud de Marín. El brasileño ya sumaba esa cifra, por lo que pedían indirectamente su libertad.

¿Anciano gagá o coimero habilidoso?

Marín fue uno de los jerarcas de la FIFA arrestados al amanecer del 27 de mayo de 2015 en un lujoso hotel de Zúrich por la policía suiza, a pedido de Estados Unidos.

Tras pasar cinco meses en una prisión suiza y ser extraditado a Estados Unidos, pagó una fianza de 15 millones de dólares y pasó dos años en prisión domiciliaria, alojado en su apartamento de la lujosa Trump Tower en la Quinta Avenida de Nueva York, desde donde solo salía un par de veces por semana para asistir a misa.

Pero fue encarcelado inmediatamente en Nueva York tras su condena el 22 de diciembre pasado, cuando tras siete semanas de juicio en la corte de Brooklyn un jurado popular lo halló culpable de seis de los siete delitos de asociación para delinquir, lavado de dinero y fraude bancario de los que era acusado por aceptar sobornos ligados a contratos de la Copa Libertadores y la Copa América.

Durante el juicio, su defensa lo presentó como un anciano medio gagá a quien la presidencia de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) le cayó de sopetón en 2012, “para llenar un hueco” tras la inesperada renuncia del poderoso Ricardo Teixeira.

E insistió en que pese a que Marín era el número uno, no hacía nada sin Marco Polo Del Nero, su número dos y con quien compartía los sobornos, según la fiscalía.

Gustos caros

Pero durante una cena en 2014, Marin fue grabado a escondidas hablando de las coimas por José Hawilla, un empresario del fútbol también acusado que colaboraba con la justicia estadounidense.

Durante el juicio, la fiscalía estadounidense también reveló gastos por decenas de miles de dólares de Marin en Hermes, Chanel y otras lujosas tiendas de Nueva York, París y Las Vegas, y dijo que fueron realizadas con dinero de las coimas recibidas en una cuenta bancaria que el brasileño tenía en Nueva York. Por ejemplo, en abril de 2014, solo con una tarjeta de débito, Marin gastó 118.220 dólares.

La investigación estadounidense sobre la corrupción en la Fifa dejó al descubierto los oscuros entresijos del fútbol mundial y la vida de reyes de muchos jerarcas que viajaban en jets privados y recibían “tratamiento presidencial” en aeropuertos y organizaban congresos en las Bahamas o isla Mauricio.

En el marco del escándalo, el gobierno estadounidense acusó a 42 personas y a empresas deportivas de 92 delitos y de aceptar más de 200 millones de dólares en sobornos.

De los 42 acusados, tres han fallecido. Del resto, 22 se declararon culpables y dos ya fueron sentenciados por la jueza, incluido el exsecretario general del fútbol de Guatemala.

Hasta ahora solo fueron juzgados los tres jerarcas que se declararon inocentes: Marin, el exjefe de la Confederación sudamericana de fútbol y exjefe del fútbol paraguayo Juan Ángel Napout, y el exjefe del fútbol peruano Manuel Burga, absuelto en diciembre pasado.