Este 12 de junio se cumple un año de la muerte de Javiera Suárez, quien falleció tras años combatiendo un agresivo cáncer.

El marido de la periodista, Cristián Arriagada, utilizó Instagram para recordar a su esposa y madre de su hijo, a través de una intima carta titulada: “Transiciones. Para mi Javiera”.

“Ha pasado un año desde que partiste. Hoy, más que antes, entiendo que el amor trasciende a la persona física del ser amado. El amor encuentra su significado más profundo en su propio espíritu, en su yo íntimo. Que estés o no presente, y aún siquiera que no continúes viviendo, al menos de manera física, deja de ser importante. Tu espíritu, tu alegría, tu sonrisa, todo eso que me hace amarte, lo conservo muy dentro de mí”, comenzó.

“Pasaron ya 12 meses, 4 estaciones, cada una con su propia celebración y su respectiva melancolía. Miles de momentos felices y otros tristes, algunos de ellos inesperados, como esa tristeza que te despierta temprano en la mañana y decide acompañarte el día entero. Completamos otra vuelta de la tierra, todo en la naturaleza sigue su curso, como haciendo caso omiso a que ya no estés aquí y que nosotros aún no lo terminemos de entender”, añadió.

“Todo este tiempo ha pasado y, ahora, sincrónicamente un año después, la oportunidad de cambiarnos de casa, de dejar este hogar y empezar uno nuevo, parece un regalo; un regalo tuyo. Tomamos la decisión juntos, fuimos a ver la que sería nuestra nueva casa, cerca del colegio de Pedro para darle independencia y libertad. Me entusiasmaba la idea de darte un proyecto en el cual fijar tu mente y determinación, para seguir así alargando este sueño de vivir hasta los 80, construir juntos una vida y una familia”, aseguró.

“No fue por falta de esfuerzo ni convicción, sé que diste lo mejor de ti siempre y no te puedo pedir más que eso. La vida lo quiso de otra forma y siguió en su misión de llevarte a otro lado, a otra dimensión a la que no tengo acceso; no te veo, no te escucho, pero te siento siempre cerca. Tu sonrisa, tu fuerza y tu fe inocente pero profunda, tu mensaje; todo eso está acá y se siente tan presente como siempre”, dijo.

“Miro por la ventana de nuestra pieza mientras suena esa canción de José Luis Perales que tanto te gustaba. Veo caer hojas otoña­les de colores desde los árboles del jardín, cumpliendo su ciclo de vida y pasando a formar ahora parte de la tierra. Al mismo tiempo empiezan a florecer los primeros brotes de la camelia roja que adorna ajestuosamente el jardín. No logro entender de inmediato si es azar o si la naturaleza me intenta compartir uno de sus secretos: no hay vida sin muerte, somos todos parte de este recambio cíclico sobre el que no tenemos ningún control”, aseveró.

“Camino por nuestra casa y en cada rincón hay un poco de ti; la cocina y esa mesa donde podías pasar el día viendo ideas y recetas para hacer, o puteando firme a alguna máquina que no te hacía caso. El living y ese sillón donde siempre me esperabas con Pedro cuando volvía a casa de la clínica. El jardín y los columpios donde parecías una hermana de Pedro cada vez que se subían”, recordó.

“Me voy de este lugar con la esperanza de cerrar una etapa. Me voy para obligarme a enfrentar y aceptar que ya no estás acá, al menos no de la forma a la que estábamos acostumbrados. Me voy con miedo de dejar esto atrás y perder lo poco material de ti que me queda, el olor de tu closet y tu pared con fotos de nosotros. Me voy de este lugar con pena por lo que significa en nuestras vidas y por los infinitos recuerdos que se quedarán acá”, continuó.

“Me voy agradecido de lo que vivimos, porque a pesar de que aún no entiendo porque me dejaron a mí acá, en el mundo de los vivos, me siento un poco más preparado para enfrentar lo que
viene”, reconoció.

“Me voy con alivio por no tener que lidiar más con la realidad de que ya no estés, y que cada vez que abro la puerta de la casa o entro a nuestra pieza cruzo los dedos para que estés ahí y todo esto no haya sido más que un mal sueño, una simple pesadilla”, añadió.

“Me voy porque me comprometí contigo a seguir adelante y a acompañar a Pedro en su vida todo lo que la mía me lo permita. Igual que tú, voy a tratar de dar lo mejor de mí. Me voy de este lugar porque es lo que puedo hacer, el tiempo y la realidad no las puedo cambiar”.

“Espero desde donde estés, nos acompañes en esta nueva etapa, nos ayudes a hacerlo lo mejor posible. Tú vienes con nosotros, en nosotros. Ya no en el recuerdo de lugares, momentos ni cosas materiales, sino, en la conciencia de que, como la caída de las hojas y el nacimiento de las flores, tu muerte nos entrega vida a nosotros; no se me ocurre muestra de Amor más grande que
esa”, finalizó.