A mediados de julio la noticia que el exinstructor de Pelotón René O’Ryan luchaba contra el cáncer se tomó todos los medios de comunicación. Sin embargo, su situación es mucho más delicada de que lo se había informado.

“Cuando comenzaron las primeras molestias yo estaba en la mejor etapa de mi vida, venía llegando de Europa con mi esposa y mi hijo. Ahí partieron las molestias que eran tarde, mal y nunca, y se daban cuando comía carne. Yo sentía cómo transitaba hacía el estómago, después se hicieron más continúas, hasta que un día dije, ‘la carne me está haciendo mal. Para con la carne’. Después en un viaje a Perú con un amigo, me dio con el arroz, así que llegando a Chile fui al doctor”, comentó René en una entrevista exclusiva con Bienvenidos.

Según contó, los médicos le dijeron que tenía una esofagitis, pero él no estuvo de acuerdo y buscó más ayuda. “Uno tiene que aprender a escuchar su cuerpo, a entender su cuerpo. El cuerpo da señales y las señales mías eran heavy. Algo había ahí que se atoraba”, agregó.

Por ello, pidió que le hicieran una endoscopia. “Ahí apareció un monstruo, porque era gigante, abarcaba gran parte del esófago y en la parte casi llegando al estómago había una masa que dejaba un orificio muy pequeño. Ahí me dijeron ‘lo que vimos es para quimio u operación’“, relató.

El exmilitar reveló que tras algunos exámenes, los especialistas le informaron que se trataba de un cáncer en etapa 4. “La verdad es que el shock duró diez minutos en mi caso porque Renecito (su hijo) se acerca cuando llegamos a la casa y me hace una caricia no normal, sino como apapachando, como diciendo ‘papá esto ya va a pasar’. Se quiebra Marta (su señora), me quiebro yo ante la situación. Pasaron diez minutos y yo dije ‘perdón, pero aquí nadie ha muerto, nadie me ha desahuciado, doy gracias a Dios que me pasó a mí“, confesó.

René asumió el cáncer como un enemigo y aprendió a conocerlo. Tras varias alternativas, una que incluyó cortar el estómago, decidió optar por la radioterapia y la quimio, no sin antes comenzar a cambiar su dieta agregando alimentos que fueran un aporte al tratamiento, además eliminó la carne, los lácteos y la azúcar.

TVN
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“Yo disfruté mis terapias. Llegaba contento, focalizado y me imaginaba cómo las terapias iban reventando la enfermedad”, aseguró.

Después de eso comenzaron los problemas, pues al terminar ese proceso ya no podía comer o tomar agua, pues sentía como si fuera un ácido entrando a su cuerpo. “Estuve siete días sin tomar agua. Me deshidraté, llegué a la clínica”, aseguró.

Poco a poco fue aprendiendo a alimentarse de una forma que no le provocara molestias lo que le ayudó mucho. Sin embargo, a los tres meses de comenzar a sentirse bien, llegaron las malas noticias. “Un segundo examen muestra que los ganglios ya no están contaminados, y que quedaba poco del cáncer en el esófago, pero aparece una manchita en el hígado, por lo que pasamos a un cáncer distinto. A un cáncer metastásico de esogástrico”.

Ryan revela que tras ello, los médicos le dicen que ya no hay solución para el cáncer, que sólo lo pueden contener con quimioterapia y que le queda un año de vida. “Ahí veo a Marta quebrarse. Lo tomé, como lo tomo todo, fríamente. Dije, si ya le gané a uno, le puedo ganar este”, recordó.

La noticia la recibió el 15 de junio y aseguró que no piensa realizar el tratamiento. “El cáncer se gana, pero con actitud”, finalizó.

Actualmente, René está escribiendo un libro que comenzó a desde la primera vez que se internó y que tituló El combate de mi vida. En sus propias palabras dice sentirse mejor, gracias al cambio de vida que realizó, pero que la batalla continúa.