La arremetida de DC Comics en cine se las juega con Suicide Squad (Escuadrón Suicida), un parafernálico despliegue de personajes recargados, detestables y pasados de revoluciones. Antihéroes como Dios (o quien sea) manda.

Lo que está muy bien.

El tema es que aunque el director y guionista David Ayer aplicó montaje de filme de acción, Suicide Squade falla en el ritmo (hay momentos hasta tediosos) y sobre todo en construir un real conflicto. Y eso no se logra sin un buen antagonista. O dicho de otro modo, el que se inventan al final es harto forzado (por no decir chanta).
(No digo más para no spoilear).

Que invirtieron en el casting, invirtieron.

De hecho, la película básicamente se dedica a presentar a su escuadrón o colección de sociópatas. Y parte por hacerlo la gran jefa, Amanda (Viola Davis), casi con power point.

Uno por uno muestra sus “fichas”, a lo que se suman raccontos para exhibirlos en plena acción, luciendo sus “gracias”, y luego, el lugar donde residen ahora: una tenebrosa cárcel secreta en Louisiana, cada cual en su celda o jaula particular.

Allí están: Harley Quinn (la estupenda Margot Robbie), una siquiatra desquiciada, seducida por el Guasón (¡genial Jared Leto!), divertida y loquísima; Deadshot (Will Smith, gran aporte), un asesino certero, pero un buen tipo finalmente; Capitán Boomerang (Jai Courtney); Diablo (Jay Hernández); Slipknot (Adam Beach) y Killer Croc (Adewale Akinnuoye-Agbaje).

Todo transcurre tras los hechos acontecidos en la fallida Batman vs Superman.

Amanda tiene la peligrosa idea de armar un equipo con estos “modelitos” para combatir un supuesto ataque extraterrestre.

La secunda el soldado y comando Rick Flagg, cuya pareja es la antropóloga June Moone (Cara Delevingne), que también merece presentación tipo power point: en una de sus excursiones June se topó con una bruja, Enchantress, con insospechadas consecuencias. A ellos se suma Katana (Karen Fukutara).

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