La mañana de este viernes, el Palacio de Buckingham comunicó la muerte del príncipe Felipe de Edimburgo, a un mes y un día de cumplir 100 años.

“Es con una pena profunda que su majestad la reina anuncia la muerte de su amado esposo. Su alteza real murió tranquilamente esta mañana en el Castillo de Windsor”, indicó la corona en el comunicado.

Con más de 73 años de matrimonio, Felipe se transformó en el príncipe consorte con más años de servicio en la historia de su país.

Pero el rol de marido que siempre iba dos pasos más atrás de su señora distaba diametralmente de su personalidad avasalladora, que en más de una ocasión le trajo problemas.

Felipe nació en Corfú, en Grecia, el 10 de junio de 1921, en el seno de la familia real local, que tenía conexiones con las monarquías de Reino Unido, Rusia, Dinamarca y Alemania.

No obstante, al año de nacer explotó un conflicto en casa que expulsó del país a su padre, por lo cual un pequeño Felipe también tuvo que abandonar esa nación en una nave británica, la que abordó al interior de un cajón de frutas.

Tras ello la familia se asentó en un suburbio de París, propiedad de una acaudalada tía. Pero al ser aristócratas en desgracia sus otros familiares les volvieron la espalda. Pronto los padres tomaron caminos diferentes y Felipe inició una solitaria vida, donde solo sus hermanas fueron una influencia algo estable.

Tras un paso por una Alemania donde el nazismo iba en aumento, el británico lord Luis Mountbatten decidió acoger bajo su ala a su sobrino adolescente, quien finalmente fue el responsable de ingeniar la unión entre Felipe y la futura reina Isabel.

Flechazo

Con la influencia de Mountbatten, Felipe se unió a la Armada. En una visita de los reyes de la época a la Academia Naval, la pareja llevó a sus dos hijas.

Allí el cadete Felipe de 17 años fue el guía de las princesas. Alto, delgado, rubio, historiadores afirman que ese día la pequeña Isabel, de 13, se interesó en su primo.

Si fue así o no nunca se sabrá, pero lo que sí es cierto que a los años, en 1947, la familia real anunció el compromiso de los jóvenes.

La prensa, la academia e incluso la televisión dan por hecho que los primeros años del matrimonio fueron los más felices. Pero con una salud en picada, el rey Jorge VI necesitó ayuda en sus tareas reales.

Por eso le encargó al joven matrimonio una visita a Kenia. Los fue a dejar al aeropuerto y sin saberlo esa fue la última vez que los vio.

En un lodge, el 6 de enero de 1952, y a los 25 años, la princesa Isabel se transformó en la monarca del Reino Unido y del todavía existente imperio británico. Felipe le dio la noticia.

Siempre atrás

El cambio de rol fue difícil para un hombre que luchó con éxito en la Segunda Guerra Mundial y que estaba acostumbrado a mandar como oficial de la Armada.

Además, su personalidad de líder no calzaba con la idea del marido que debía apoyar a su señora, mientras ella se llevaba todos los créditos.

Por eso la década de 1950 fue la más turbulenta del matrimonio, en cuanto a la relación se trata. Por esos años el duque se volvió a la vida social, a los amigos y a las fiestas, algo que trajo rumores de infidelidad, aunque al mismo tiempo brillaban como la pareja del momento en su país y en el resto del mundo.

Ya en la década de 1960 la relación se estabilizó, con cuatro hijos y con un mejor entendimiento de su tarea como líderes de la familia real.

Así, Felipe pasó a apoyar una serie de causas, porque otra forma de conciliar su reducida influencia en la “firma” fue introduciendo cambios a una institución anticuada y cerrada.

Ejemplo de ello fue que gracias a él la coronación de 1953 se televisó. Al mismo tiempo, impulsó la realización del documental Familia Real, programa que hasta el día de hoy muchos dicen que es la vergüenza de la reina. Tras su transmisión original, la televisión británica nunca más lo volvió a mostrar.

Pero los cambios no quedaron ahí: aunque detestaba a la prensa, Felipe entendió la necesidad de crear acercamientos con los medios de comunicación e incluso tuvo su propia incursión en la televisión, con un programa donde contaba los avances de la tecnología.

Desmadres

Pese a todo lo anterior, Felipe nunca cambió realmente su forma de ser ni su particular humor, lo que le trajo varios problemas y, en más de una ocasión, avergonzó a su señora no solo en el Reino Unido, sino que muchas veces de visita en el extranjero.

Por ejemplo, en 1986, Isabel II y Felipe fueron a China a través de una visita oficial de Estado.

Allí el exmilitar hizo noticia no por fomentar un mayor lazo de cooperación entre ambas naciones, sino que más atención concitó el particular pronóstico que le dio a un grupo de estudiantes británicos: “si se quedan acá por más tiempo se les van a achinar los ojos”.

En 1998, a través de un compromiso oficial, Felipe conoció a un estudiante británico que se fue de trekking a Papúa Nueva Guinea.

Al escuchar el lugar, el príncipe solo atinó a preguntar “y lograste que no te comieran”, indicando que las tribus que vivían en la zona todavía eran caníbales.

Ya en este siglo, en 2001, su agenda lo llevó a la ciudad de Salford, al noreste de Manchester.

Allí, un alumno (Andrew Adams, de 13 años) le comentó que cuando grande le gustaría ser astronauta, a lo que Felipe le dijo que era demasiado gordo para lograrlo.

En 2002, durante una visita a un parque cultural indígena en el este de Australia, a Felipe le asaltó una duda que tuvo que aclarar de inmediato, motivo por el cual le preguntó a un empresario aborigen “si todavía se lanzaban lanzas entre ellos”.

En 2003, junto a la reina visitó Nigeria y se reunió con el presidente de aquel entonces, Olusegun Obasanjo.

Al ver las vestimentas tradicionales del jefe de Estado, Felipe no se aguantó y le dijo que se veía “listo para ir a la cama”.

En abril de 2009, el Reino Unido fue país anfitrión de la cumbre del G20, instancia en la cual Barack y Michelle Obama fueron invitados al Palacio de Buckingham para una audiencia con la reina Isabel.

Felipe también participó del encuentro y frente a los camarógrafos le preguntó al expresidente si podía diferenciar a todos los líderes mundiales que formarían parte de la reunión.

Aquello porque a sus ojos todos lucían iguales. La reina solo posó para las cámaras.

Corría marzo de 2010 y, en un evento con cadetes de la Armada, el príncipe conoció a un grupo de uniformados en formación.

Fue allí cuando una muchacha le comentó que trabajaba “en un club” (disco), a lo que Felipe le preguntó “¿un strip club?”

Sus declaraciones terminaron siendo notas de prensa e incluso le valieron 15 minutos de fama a Elizabeth Rendle, de 24 años.

En octubre de 2013, la activista Malala Yousafzai prefirió mirar el lado positivo de la situación y reír luego que el príncipe le revelara que los padres envían a sus hijos al colegio porque no los quieren en la casa.

La joven, que sobrevivió a un intento de asesinato de parte de los talibanes por promover la educación de niñas, conoció a Felipe y a la reina en una audiencia en el Palacio de Buckingham. Isabel II presenció el momento sin mover un músculo de su cara.

El duque nuevamente volvió a las portadas de medios impresos y virtuales en mayo de 2017 cuando inauguró una sección en el estadio de cricket Lord’s de Londres.

Cuando le mostraron una pelota rosada que fue diseñada tanto para el uso de día como de noche, su única reacción fue alzar su mano e imitar un movimiento afeminado.

Finalmente, en esta selección recordamos que en 2018 el exmilitar participó de un evento en conmemoración de la Batalla de Inglaterra con veteranos de la Fuerza Aérea.

A la hora de tomar la foto de rigor, el duque, quien estaba acompañado de su nieto el príncipe William entre otras personas, perdió la paciencia y le gritó al encargado de la cámara “tómala, ya toma la puta foto”.

Bueno, el registro se tomó y Felipe se paró en medio del silencio que reinaba en el lugar. El video se volvió viral.

Vida tras el retiro

Después de casi siete décadas de servicio público, el duque de Edimburgo dejó oficialmente de trabajar por su país y para la Casa de Windsor el 2 de agosto de 2017.

La pandemia lo obligó a confinarse al interior del milenario Castillo de Windsor, al oeste de Londres, mismo lugar donde murió y su madre Alice nació.

Tal vez la década cuando más importante fue para su esposa fue la de 1990, cuando Isabel II, una cristiana devota anti divorcio, tuvo que soportar que “el hombre separara” las uniones de tres de sus cuatro hijos.

La debacle con Diana fue el escándalo más reconocido de su vida como consorte y hasta hoy captura la imaginación de personas en todo el mundo gracias a documentales y la serie The Crown.

No obstante, cartas que ambos se enviaron durante ese periodo revelaron con el paso de los años al Felipe que nadie nunca vio fuera de círculos reales: cálido, preocupado, interesado en ayudarla, empático.

Pese a lo público de su figura, el hombre siempre fue tremendamente reservado. Cuando hablaba en público lograba poner la atención del diálogo en la ocasión, en el discurso o en quien estaba conociendo, jamás en él.

En honor a su imagen, en 1956, se fundó el Premio Duque de Edimburgo, una fundación financiada con donaciones que hoy en día es tremendamente popular en el Reino Unido y otras partes de la Mancomunidad de las Naciones.

El esquema busca potenciar las habilidades de jóvenes que, curiosamente, reflejen cómo fue Felipe hasta muy pasada su juventud: intrépido, amante de los deportes, sociable, innovador.

Felipe habló del cambio climático décadas antes que la temática se tomara la agenda mundial.

También hizo parte de su agenda la conservación de la flora y fauna, aunque también le valió críticas, una que otra vez, su participación en la caza de animales.

La foto junto a un tigre muerto durante un viaje a India le hizo flacos favores.

Con todo, su vida estuvo llenas de carencias, y al mismo tiempo rodeada de lujos. Por años fue un nómada que finalmente terminó recorriendo el mundo detrás de su señora, rol que incluso le valió ser considerado un Dios en un pequeño rincón del Pacífico.

Esas fueron las paradojas de Felipe, el condecorado militar de guerra que por años fue el primo pobre de una familia rica, clan al que solo pudo unirse a través del matrimonio y al que finalmente redefinió.