El centro de Concepción ha sido uno de los sectores a nivel nacional más golpeados por el vandalismo emanado de la crisis social. Saqueos, incendios y daños a infraestructuras son algunas de las consecuencias que a diario se viven desde el 18 de octubre.

Producto de lo anterior, el comercio sigue atendiendo a media máquina, con horarios acotados. Incluso hay Pymes de productos o servicios que sencillamente no han podido reanudar sus funciones.

Un ejemplo de ello es la Academia de Flamenco de José Miguel Arjona, la cual está ubicada en pleno centro de la capital penquista, muy cerca de la Plaza Independencia, Mall del Centro y los Tribunales.

Todos esos puntos se han convertido en el blanco de las manifestaciones y también de los desmanes y enfrentamientos. Ante ello, la academia se ha visto impedida de impartir clases y se encuentra casi varada desde el 18 de octubre.

Su director, José Miguel Arjona, relató que cuenta con una planilla “cercana a los 100 alumnos, de todas las edades”.

“Como no hemos podido dictar clases no hemos podido cobrar las mensualidades (…). No hemos cometido delito y nos sentimos arrestados (…). Y las cuentas como arriendo, gastos básicos entre otros, hay que seguirlas pagando”, relató.

A su juicio, la ciudad de Concepción se ha convertido en “tierra de nadie” producto de la delincuencia, aclarando a su vez que comparte las demandas sociales. “Pero nadie esperaba este nivel de daño, de destrozos, de delincuencia”, lamentó.

En la academia Arjona -con 23 años de historia- da trabajo a seis personas y a raíz de la crisis y de no poder operar ya tuvo que despedir a uno de sus colaboradores.

Además, ante el miedo de que dañen el inmueble se vio obligado a retirar indumentaria y objetos.

“Todo esto es muy frustrante. Mis alumnos extrañan venir, ya que esto a muchos nos apasiona. Es complejo, todos estamos nerviosos”, añadió.

Por último, Arjona hizo un llamado a las autoridades para que tanto él como todo el comercio de productos y servicios puedan volver a retomar sus actividades con normalidad. “Necesitamos mayor seguridad, que nos ayuden y que los delincuentes dejen de tener tomada la ciudad”, concluyó.