Desde la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Asimet) lamentaron el cierre de la planta Nibsa, la cual concluirá sus funciones después de 73 años y dejará a 130 trabajadores sin su fuente laboral. Sin embargo, fueron críticos al respecto y reconocieron que es el resultado de otro fenómeno.

A través de un comunicado, a nombre del directorio, sostuvieron que el cierre de empresas es “una consecuencia de la progresiva pérdida de competitividad de la industria manufacturera nacional”.

“Como asociación gremial de la industria metalúrgica y metalmecánica, hemos denunciado insistentemente desde 1996 los negativos efectos para el país que ha significado la desindustrialización, por cuanto en ese entonces, la industria manufacturera representaba el 15% de PIB chileno y hoy sólo un 10%”, argumentaron en el documento.

Según Asimet, este proceso ha tenido un impacto social importante, puesto que se han perdido 250.000 empleos “de calidad para la clase media”.

En la misma línea, reiteraron que han advertido de este fenómeno, el cual se debe “en muchas situaciones por competencias desleales y, principalmente, por la ausencia de políticas públicas que fomenten el necesario cambio tecnológico hacia la Industria 4.0″.

En el documento informaron que la mayoría de los países miembros de la OCDE invierten en modernización para fortalecer influencias y posicionarse en la economía globalizada.

“Bien sabemos que Chile tuvo un desarrollo industrial importante, pero vemos que en la actualidad la mayoría de nuestros socios comerciales nos aventajan, y están trabajando sostenidamente en construir el puente entre la Industria 3.0 a la 4.0″, señalaron.

Asimismo, aseguraron que una “revolución industrial” sería una oportunidad para recuperar los puestos de trabajo que se han perdido, pero que de lo contrario aumentará la brecha con los países de mayores ingresos.