Si el covid-19 significó un duro golpe para la mayoría de las economías europeas en el segundo trimestre, los países nórdicos limitaron los daños, especialmente gracias a su modelo aceitado de Estado de bienestar.

Markus Larsson lo confirma: “Tendríamos que haber despedido a 20 personas más quizás”, si no hubiese tenido ayuda estatal.

Al frente de una cadena de panaderías y pastelerías en la región de Linkoping, en el sur de Suecia, este empresario agradece al sector público por haberlo ayudado a mantenerse a flote.

El desempleo parcial asumido por el Estado, así como la reducción de alquileres y cargas sociales, le permitieron limitar a una veintena el número de despidos durante la crisis sanitaria, de un efectivo de cien personas.

Suecia ocupó la portada de los diarios al negarse, a diferencia de otro países, a confinar a su población, al precio de una mortalidad mucho más elevada que sus vecinos nórdicos.

En materia económica, el gobierno anunció desde mediados de marzo medidas de hasta 28.000 millones de euros (unos 33.000 millones de dólares) para apoyar a las empresas.

En Suecia, como en los otros países nórdicos, “la respuesta política para contrarrestar los efectos económicos de la pandemia fue rápida, importante y bien concebida”, explica a la AFP Robert Bergqvist, analista del banco SEB.

De su lado, Noruega, Finlandia y Dinamarca adoptaron regímenes de semiconfinamiento. Si bien las escuelas cerraron, las tiendas y las empresas permanecieron en general abiertas.

En Finlandia, “logramos controlar el virus de manera bastante rápida con un confinamiento relativamente modesto, sin tener que cerrar toda la economía, ni todas las tiendas o fábricas”, subraya el economista Jukka Appelqvist, de Danske Bank.

Como en otras partes del mundo, los gobiernos nórdicos metieron la mano en la billetera, facilitaron el desempleo parcial y aceptaron aplazamientos fiscales. La receta parece haber funcionado mejor en esta parte de Europa.

Factor confianza

Si Noruega, Finlandia, Suecia y Dinamarca registraron en el segundo trimestre contracciones económicas calificadas a menudo de “históricas”, la caída constatada por sus institutos nacionales de estadística se mantuvo entre -6,3 y -8,2% interanual.

En comparación, la zona euro -de la cual solo Finlandia forma parte- vio hundirse su PIB en un 15% interanual, sobre todo a raíz del derrumbe en Francia, Italia y España.

¿Por qué tanta diferencia?

Un Estado de bienestar fuerte, finanzas públicas sólidas, elevado grado de digitalización que facilita el teletrabajo y gran proporción de empleo en el sector público son algunos de los atributos que permitieron a los países nórdicos, con poca densidad de población, limitar los daños, según los economistas.

Tranquilizados por la existencia de la red de contención existente ya antes de la crisis o por una cierta seguridad laboral, los hogares mantuvieron la confianza y continuaron consumiendo.

“Los habitantes de los países nórdicos nunca tuvieron la sensación de que corrían el riesgo de terminar en una situación financiera catastrófica”, señala Kjersti Haugland, economista en jefe de DNB Markets. “El miedo no tomó la delantera”.

Los noruegos, por ejemplo, aprovecharon el tiempo libre generado por el desempleo técnico y el semiconfinamiento para reparar sus casas y mantenerse en forma. En el momento más álgido de la crisis sanitaria, se dispararon las ventas de materiales para la construcción, bicicletas, equipos de senderismo y otros productos deportivos.

El turismo, recurso mínimo

Otra variable, el turismo, uno de los sectores más afectados por la crisis, tiene una importancia relativamente modesta en la región.

La única excepción es Islandia, “una muy pequeña económica con cifras trimestrales volátiles”, afirma Andreas Wallstrom, economista de Swedbank.

Con un retroceso de 9,3% según los últimos datos del instituto nacional de estadísticas, la caída trimestral de su PIB fue la más significativa.

“Pocos países son tan dependientes del turismo como Islandia”, destaca Erna Bjorg Sverrisdóttir, economista en jefe de Arion Banki.

El derrumbe del sector, que representaba el 8% de la economía islandesa en 2019, puede dejar huellas: se espera un retroceso del 8,4% del PIB para este año.

Esto es mucho más que la caída esperada para el conjunto de la región nórdica, de entre -3,5% y -5%, según los economistas consultados por la AFP. Pero la mitad menos que en la zona euro…