Siempre ha existido el debate sobre la cobertura que se le da a los llamados ‘equipos grandes’ en desmedro de los equipos de región.

Este ejemplo se puede comparar con la realidad a nivel país. En los noticieros, los problemas rutinarios que afectan a Santiago se llevan todos los focos, en los presupuestos que destinan los gobiernos, problemáticas como la escasez de agua en el norte y la depredación que afecta a los pulmones verdes del sur de Chile, pasan a segundo plano. Y así podemos seguir con una larga lista.

En esta ocasión, vamos a ilustrar lo que pasa con el fútbol, a pesar de que, en ocasiones, las comparaciones pueden ser odiosas.

Sin duda, el momento que atraviesa Universidad de Chile es lo más comentado en la actualidad. Los estudiantiles sufren dentro y fuera de la cancha. En el césped los jugadores luchan por encontrarse, y en las tribunas, abundan los desencuentros.

El sábado, los dirigidos por Frank Kudelka perdieron por la cuenta mínima ante Ohiggins de Rancagua, consumando su peor arranque en partidos oficiales en 46 años.

Vayamos por parte. En lo que va del año, los azules han disputado 4 encuentros oficiales cosechando dos empates y dos derrotas.

La eliminación a manos del modesto Melgar no es casualidad, si tenemos en cuenta que, en los últimos 18 partidos internacionales, los azules registran dos triunfos, cuatro empates y doce derrotas con 10 goles a favor y 34 en contra, teniendo un rendimiento del 18,5%.

Se dice que lo más importante en un equipo es la unión y el compañerismo, algo que en Universidad de Chile parecen haber olvidado.

La directiva de Azul Azul es el principal blanco de las críticas. Durante el mandato de Carlos Heller han abundado las declaraciones cruzadas. El máximo referente del plantel, Johnny Herrera, lanza dardos hacia la directiva semana tras semana, perturbando un ambiente que no da para más.

La hinchada de Universidad de Chile hace caso omiso a los resultados y por segundo año consecutivo fueron los que más gente llevaron al estadio con 451.533 personas el 2018. La eterna promesa del estadio propio demuestra que no se está escuchando la voz del hincha.

Podríamos hablar de los refuerzos que nunca llegaron o de la bochornosa pelea de dirigentes con hinchas azules en el Nacional tras la eliminación con Melgar, pero hay que destacar las cosas buenas del fútbol.

El milagro de Unión La Calera

A dos horas en auto de la capital, en la provincia de Quillota se encuentra la ciudad de Calera. Un equipo que lejos de las grandes urbes, comienza a brillar con luz propia.

En su primera participación a nivel internacional, los cementeros lograron una histórica clasificación en Brasil. Con un jugador menos durante largo tiempo y demostrando actitud, fueron capaces de eliminar a Chapecoense.

El éxito no los nubló y jugadores e hinchas demostraron que lo más importante es mantener la humildad en el triunfo.

En las tribunas, a diferencia de lo que pasó con los hinchas de Melgar en el nacional, se vivió un emotivo momento. Los caleranos entonaron cánticos a la hinchada de Chapecoense en reconocimiento al trágico accidente que sufrió su plantel hace un par de años, retiraron la basura del estadio y dejaron los baños del estadio en impecables condiciones.

La dirigencia, por su parte, ha logrado encausar un gran proyecto deportivo. En cuanto a refuerzos, llegaron grandes nombres a la quinta región. Augusto Batalla, Walter Bou y Marcelo Larrondo ilusionan con buen fútbol.

Y si hablamos de escuchar la voz del hincha, la dirigencia calerana tomó estas palabras y las replicó a la perfección. A principio de temporada, se anunció un cambio en la insignia que no agradó a gran parte de la parcialidad.

No hubo disturbios en el estadio ni amenazas a dirigentes, el pueblo calerano se manifestó con respeto y ¿cuál fue el resultado?

Reconociendo el error y agradeciendo de paso el actuar de sus hinchas, la dirigencia calerana dio marcha atrás y anuncio que el escudo será rediseñado a través de una consulta ciudadana, donde dirigentes e hinchas trabajarán hombro con hombro.

A veces la realidad está frente a nuestros ojos y no podemos verla. Basta con fijar la atención en los mal llamados ‘equipos chicos’ que demuestran con acciones tener un corazón grande.