El 26 de diciembre es una fecha especial para el deporte nacional. Esto porque se cumple un año más del nacimiento del, probablemente, tenista sudamericano más talentoso de la historia… y es chileno.

Marcelo Ríos, quien rompió todos los registros al convertirse en el primer iberoamericano al alcanzar la cima de esta disciplina a nivel mundial, celebra su cumpleaños.

Una persona que se ganó la admiración de todos en el circuito producto de su muñeca. Incluso de los muchos que lo odiaban por su poca empatía y simpatía. De Ríos, dentro de la cancha, muy poco podían decir los que estaban en su contra.

Solo hay dos cosas que quienes no lo quieren cuestionan siempre y, quizás, algo de razón tengan: nunca ganó un Grand Slam y su estadía en la cima fue poco duradera.

Greg Wood | Agence France-Presse
Greg Wood | Agence France-Presse

El propio ‘Chino’ se ha encargado de responder a lo primero en diferentes ocasiones, y de buena manera: es hasta más valorable llegar lo más alto sin los torneos que otorgaban gran puntaje. Es, sin duda, un premio a la regularidad, al ser siempre protagonista en la mayoría de los eventos. Un trabajo de ‘hormiga’, poco a poco, que se coronó el 29 de marzo de 1998 ante Agassi.

Pero, ¿Cómo defender lo segundo? A simple vista parece imposible. Los números son contundentes y muestran que Ríos estuvo cuatro semanas consecutivas como el ‘1’ (desde el 30 de marzo), para después descender al tercer casillero y recuperar la cima el 10 de agosto, lo que duraría dos semanas más. Sería todo.

En total seis semanas que alcanzaron para inscribir su nombre en la historia del deporte, pero también que dejaron un sabor amargo en cuanto a que su reinado pudo ser mayor.

¿Afectó el tema físico? Claramente. Ríos comenzó a sufrir de problemas en su espalda que mermaron su rendimiento con el paso de las temporadas. Sin embargo, también parece haber influido un tema psicológico, más ligado a su actitud, un hecho que los especialistas internacionales ya notaban desde los inicios del chileno.

Agence France-Presse
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El ‘Chino’ desde joven perdía rápidamente la motivación. El libro el ‘Extraño de Pelo Largo’ de Nelson Flores muestra que al zurdo le cargaba jugar contra rivales inferiores y lo hacía notar. Buscaba puntos espectaculares para llamar la atención de la gente, siendo muchas veces hasta burlesco. Marcelo Ríos jugaba para demostrar que era mejor técnicamente que quien estaba al frente, dejando de lado el marcador.

De hecho el texto recuerda varios enfrentamientos de la época junior en que Ríos perdió simplemente por descuidos, algunos extradeportivos como fiestas los días antes de los juegos, o simplemente porque perdía la concentración contra jugadores no tan buenos.

“Su juego es muy creativo y seguramente será una de las futuras estrellas del ATP Tour. No obstante su forma de ser apesta a los rivales. Su estilo de pocos amigos y su modo, a veces tan displicente, molesta profundamente a los adversarios”, escribió en 1993 el Miami Herald, como consigna la citada publicación, presagiando que Ríos brillaría pero advirtiendo también que su forma de juego podría pasarle la cuenta a futuro.

Y así fue. El tema es ¿Cómo logras motivar a alguien que llega a lo más alto a los 22 años? ¿Cómo mantener con el mismo espíritu a quien en poco tiempo derrotó el aplastante mandato de Sampras y Agassi? ¿Cómo consigues que alguien que se demoró solo cuatro años en ser el mejor de todos pueda continuar con la misma sed de triunfo? Casos como Federer o Nadal son excepcionales, de mentalidad distinta a la mayoría.

Hector Mata | Agence France-Presse
Hector Mata | Agence France-Presse

Marcelo Ríos, un genio y superdotado en lo deportivo, simplemente se cansó y aburrió. Logró lo que quería, tocar el cielo, levantar la bandera chilena y ganar la admiración mundial. No quiso más.

Demostró que pudo ser el mejor que toda su generación. Obtuvo respeto y hasta es ídolo de muchos de lo que hoy la rompen en el circuito, como el mismísimo Roger Federer y María Sharapova. ¿Pudo durar más? Posiblemente. Pero sin la motivación en lo más alto es muy poco probable en un deporte tan competitivo. Ríos, el número uno que desde joven tenía fecha de rápido vencimiento.