La Roja femenina gustó y goleó. Fue sólida y arrasó en un partido amistoso por 5-0 a las trasandinas el miércoles pasado. Todo esto como preparación de la Copa América Femenina, que llegará hasta nuestro país en abril próximo.

Sin embargo, esto no fue lo que más me sorprendió. Y es que pese a que yo ni sospechaba que el partido podría terminar de esta manera, hubo un hecho que llamó aún más mi atención: el público y la transmisión.

Si, el público, los asistentes, el monstruo o como ustedes quieran llamarle. Fueron más de cinco mil personas, cinco mil almas, cinco mil amantes de la esférica y cinco mil locos por el futbol femenino que se apostaron hasta el estadio Diaguita de Ovalle para apoyar a las ‘Chicas de Rojo’. Eso sin contar la enorme cantidad de personas que siguieron el cotejo a través de la transmisión en vivo que la ANFP realizó.

Tal vez para muchos de ustedes eso es una cifra mínima si la comparamos con la cantidad de gente que asiste a un ‘superclásico’ o que lo ve por la tele. O quizá puede que piensen que ¿a quién le importa ese detalle? Que no es noticia o que no va al caso.

Bueno, lamento decirles que a mí sí. Que a mí sí me importa y que es por eso que estoy escribiendo estas líneas.

Y es que yo he visto la lucha de las chiquillas y hacer caso omiso a antecedentes como estos sería continuar invisibilizando los logros del fútbol femenino de este país. Logros que no salen en los canales ni medios tradicionales, pero que de apoco comienzan a quebrarle la mano al destino.

Sin ir más lejos, basta con recordar lo que ocurrió el 28 de mayo del presente año en el Estadio Nacional cuando la ‘Roja’ femenina se dio cita en un encuentro amistoso ante Perú. Hasta allí, ninguna novedad. Las pupilas de José Letelier mostraron su potencial y tras un contundente 12 a 0, hicieron la valer la localía.

Pese esto, más de la mitad de Chile se quedó ‘marcando ocupado’ al darse cuenta que ningún canal de televisión fue capaz de trasmitir esta goleada. En ese momento pensé: “puede ser porque es un partido amistoso”, tratando de justificar lo injustificable.

No obstante, cuando Alexis Sánchez y compañía jugaron meses después ante Burkina Faso, un equipo que resalta entre sus logros el 2-0 obtenido ante la selección de Argentina en el Mundial Sub 17 de 2001, me tragué mis palabras.

Tiempo después me enteré que algunos canales querían cobrar por transmitir dicho partido. Irrisorio por donde se le mire o ¿no?. Eso sí, esto no se termina aquí. Y es que este problema es mucho más grave y profundo que esto, por eso ya quiero ir al grano.

El fútbol femenino en nuestro país posee un tratamiento similar al fútbol amateur. Ese que se juega en la cancha de barro, que escasas veces tiene una valla perimetral, que en más de una ocasión un ‘conocido’ las hace de árbitro y que, por supuesto, no sale en las páginas sociales de los diarios.

Situaciones muy distintas a las que se viven en el fútbol masculino, donde tenemos a un equipo que es capaz de desequilibrar todo el mercado de pases al pagar una cláusula de 222 millones de euros por un solo jugador.

Pese a esto, hay quienes no se asustan ni angustian por estas condiciones. Christiane Endler por ejemplo, demostró que aquí solo hace falta el talento y la perseverancia para alcanzar tus sueños y doblarle la mano la mano al destino. Y miren de qué manera se la dobló, convirtiéndose en la primera chilena en fichar por un gigante europeo como el Paris Saint-Germain.

De cerquita le siguen María José Rojas, Sofía Hartard, Yanara Aedo y Bárbara Santibáñez, que a puro ‘ñeque’ decidieron emprender rumbo al extranjero porque como se dice “nadie es poeta en su tierra”.

O al menos no en un país que borra de su inconsciente colectivo el vicecampeonato obtenido por la selección femenina sub 17 hace siete años atrás y, que por el contrario, celebra el ‘histórico’ segundo lugar que consiguieron los muchachos de Hernán Caputto.

Yo no digo que eso esté mal, al contrario. Me alegra saber que Chile ha crecido enormemente en al ámbito deportivo en los últimos años. Pero de ahí a decir que “esto no se conseguía hace más de 20 años” o “que es un hito para enmarcar en la vitrina”, es continuar invisibilizando a nuestras mujeres del fútbol, al negarle su existencia y reconocimiento.

Deben estar pensando cuál es la solución que propongo . Simple: (de) construir. Cosas tan banales como compartir imágenes o enlaces de partidos, difundir esta actividad o mostrar que el interés por el deporte femenino existe, están a un clic de distancia.

Digo a un clic de distancia porque de momento nos debemos conformar con la ‘transmisión en vivo’, o el siempre buen ponderado ‘minuto a minuto’ que algún buen samaritano pueda realizar para enterarnos de lo que ocurre con nuestras guerreras.

Eso sí, debo reconocer que lo que hizo la ANFP ese día, al transmitir el partido con relato y comentario incluido, fue un tremendo avance para este país. Pese a eso, no nos debemos conformar y se debe continuar luchando.

Mi llamado no es que a vayan todos los fines de semana a los estadios, aunque la entrada sea gratuita, o que sigan por todo Chile al equipo de tus amores, que sería lo ideal.

Mi llamado es a respetar a nuestras deportistas, a entregarles el lugar que se merecen dentro del fútbol nacional, a informar de sus logros y porque no, a ilusionarse con la obtención de la Copa América 2018.

Si estas son las condiciones que priman hoy en el deporte ‘rey’, imagínense como deben ser en las disciplinas que no son la “pasión de multitudes”.