El pasado martes 23 de julio la chilena Karla Ortiz se convirtió en una verdadera leyenda del deporte nacional. La ciclista de 33 años ganó por cuarta vez consecutiva el campeonato mundial de BMX W1 Cruiser.

Pero este título fue distinto a los demás. Mientras se preparaba para la cita mundial que se desarrolló en Bélgica, la chilena sufrió un grave accidente.

“Tuve una caída en cruceros la que me dejó inconsciente, 10 fracturas y un pulmón colapsado. Lo bueno que mi pulmón ya va muy bien, mañana entro a pabellón para reparar mi clavícula y retirar el drenaje pleural, lo bueno que no tengo daño en mi cabecita”, explicaba la rider en mayo a través de redes sociales.

A casi dos meses de la cita mundial, Karla quedó prácticamente postrada en la clínica. “No me podían meter un escaner por un tubo que tenia. Y cuando lo hicieron, me dijeron que tenía al menos 5 fracturas y ahí se me vino el mundo abajo. Me puse a llorar, no sabia qué hacer porque no tenía desplazamiento y era reposo absoluto. Me pregunté cómo podía entrenar”, recuerda Ortíz en conversación con BioBioChile.

“Las primeras dos semanas me tenían que ayudar hasta para comer, me dolía respirar, me costaba hablar, pero le puse todas las ganas y que me tenía que acostumbrar al dolor”, complementa la deportista.

Instagram Karla Ortíz
Instagram Karla Ortíz

El largo camino a ser tetracampeona mundial

Pero la historia de Karla Ortiz inició mucho antes. “Comencé como a los 4 años porque mi hermano hacia bicicross y me llevaban a la pista y a los 4 me pasaron una bici para que empezara a andar también”, rememora Karla Ortíz, que ahora tiene 33 años.

La chilena continuó arriba de la bicicleta y a los 9 años fue la primera vez que compitió internacionalmente. De ahí hasta los 16 años estuvo compitiendo destacadamente a nivel nacional y mundial, costumbre que tuvo que dejar por la falta de apoyo económico.

“Después entré a estudiar kinesiología y a veces volvía a andar, a veces me retiraba, pero desde que entre a la U no seguí internacionalmente, solo nacional”, explica la atleta.

“Cuando saqué la carrera (kinesiología) empecé a trabajar y hubo un mundial en Colombia. Ahí retome los entrenamientos y fui a probar”, continúa Ortiz.

Justamente en Medellín fue cuando con solo unas semanas de entrenamiento consiguió su primer título mundial. Después repitió su actuación en Rock Hill 2017, Bakú 2018 y el reciente en Heusden-Zolder 2019.

El valor de sus títulos es doble, ya que nunca ha gozado de apoyo económico constante, y además es autodidacta con los entrenamientos y trabajos sicológicos.

“Todos los entrenamientos y preparación me los hago yo misma para ir mejorando. Igual las cosas que tengo que ver en pista que me cuestan mi pololo me ayuda”, reconoce Karla.

En el aspecto sicológico, la chilena asegura que busca “por internet sicología del deporte y cosas así. He leído PDFs y libros para buscar cosas que me puedan ayudar en ese tema. Cuando me caí primero me empecé a organizar para ver qué podía entrenar con todas esas lesiones porque siempre estuve pensando en ir al mundial si o si”.

Instagram Karla Ortíz
Instagram Karla Ortíz

Además de las dificultades en la preparación que tiene respecto a sus competidoras internacionales, Ortíz asegura que en Chile no hay más chicas con quién competir, por lo que siempre está “mandando cartas para que me dejen competir con hombres para poder medirme y si es que me dejan, hay otras veces que no, entonces igual me ha costado en ese sentido”.

Poco apoyo

Como si fuera poco, la atleta durante toda su carrera deportiva ha tenido que rebuscárselas para poder estar en competencias internacionales.

“El 2016 cuando fui a Medellín me lo tuve que pagar todo yo sola, vendí unas bicicletas que tenía y el 2017 me acuerdo que logré una subvención que me daban un pasaje. El 2018 apareció Puerto Valparaiso que me apoyó con los pasajes y me compró una bicicleta aro 20″, cuenta la rider.

Este año la situación fue similar. “Impulso inicial de Andrés luksic me ayudó con el pasaje solamente, pero me dijeron que era por única vez entonces así he estado todos los años. Hicimos una rifa para poder pagar el alojamiento, las lucas para la alimentación, transporte, seguro de accidente. Ya ahora tengo que ver como lo voy a hacer para el próximo año para ver cómo voy a ir a defender el título”, lamenta Karla Ortíz.

“Tengo auspiciadores. Unos que me ayudan con la mantención de la bicicleta, hay otros que me han regalado premios para la rifas. Este año hay una empresa que se llama vinculo.cl que me ayudó con lucas. Cuando uno viaja hasta la ayuda más mínima sirve. Ahora tengo que empezar a pensar como lo voy a hacer para ir a Estados Unidos, porque me ha costado ‘ene’. El estado no me ayuda en nada y he tratado de pelear el premio campeón mundial. Me lo rechazan y dicen que no cumplo con los méritos, entonces no se que más esperan para poder ayudarme”, relata la chilena.

Pese a todas estas cosas en contra, Karla Ortíz se las arregló no solo para estar en Bélgica, sino que para ganar el mundial, aún cuando estaba recién recuperándose de varias lesiones graves.

“Seguí al pie de la letra lo que me decía el doctor. Me dijeron que iba a durar como 6 meses y yo hable con el traumatólogo que me estaba tratando (Esteban Monteverde) y le conté que tenía todo listo para ir a Bélgica, que me estaba preparando y como sea me tengo que levantar en dos meses. Él me dijo ‘no te voy a decir un no rotundo pero vamos paso a paso’. Fue el único que me dio esperanza, me ayudo ene”, agradece la atleta.

“Durante la recuperación tuvo la posibilidad de usar una cámara hiperbárica pero no se pudo por el alto costo económico. “Dije ‘filo, le voy a dar no más’. Apenas pude pedalear me puse a hacerlo hasta con dolor. Cuando me quedaban menos de 10 días (para viajar) ya entrenaba no más. Lo único que hice fue no mentalizarme en cosas malas”, explica Karla Ortíz, que sueña con seguir creciendo con su escuela de bicicross y ayudar a las nuevas generaciones.

“Me gustaría tener una escuela más grande, conseguir fondos para apoyar a pequeños que tengan potencial”, cierra la rider, que ya debe empezar a pensar en cómo costearse su participación en el mundial de 2020 en Houston, Estados Unidos, donde defenderá, por cuarta vez consecutiva, el primer lugar de la disciplina.