Para nadie es secreto que dentro del deporte mundial existen un sinfín de sobrenombres o calificativos. Es más, el pasar de los años nos han demostrado que varios son los deportistas que han cobrado fama por su enorme talento, así como por sus apodos, los que en una que otra ocasión, poco y nada tienen que ver con la disciplina que ellos practican.

En nuestro país hay material y de sobra. El “Loco” Peric, “El Matador”, “Mano de Piedra”, “El Bombardero de la Reina”, “La Pantera”, La “Leona” Asenjo, “Crespita” Rodríguez y La “Sirena del Hielo” son solo algunos de ejemplos.

En el resto del planeta, en tanto, varios quedaron en los registros deportivos por sus heroicas hazañas y hoy, apenas son nombrados, todo el mundo sabe a quién se hace alusión. Es por esto mismo que queremos dejarle un pequeño listado con los sobrenombres que han sido catalogados como los más extraños dentro de la elite mundial. Tome nota y preste atención:

Alegria do Povo o La Alegría del Pueblo:

Éste fue el nombre con el que se le conoció al destacado jugador brasileño, Manoel Francisco dos Santos, alías Garrincha. Dicho apodo se debe al enorme talento que este tenía con el balón así como a sus desconcertantes regates, lujitos que no hicieron más que darle alegría al pueblo brasileño entre 1958 y 1962, su periodo dorado.

Iceman

Así se le conoció al piloto y campeón del mundo de la Fórmulo Uno, Kimi Raikkonen. Y es que el “Hombre de Hielo”, quien por cierto nació en las gélidas tierras finlandesas, no sentía miedo al momento de subirse a su nave y conducir hasta la meta, ganándose el respeto de sus pares por su talento, así como por su inexpresivo rostro y la sangre fría que lo caracterizó.

El Águila de Toledo

Federico Martín Bahamondes logró seis premios en el Tour de Francia y una distinción en la misma cita en 1958. Sin embargo, fue su facilidad para llegar a alturas de las montañas, además su particular forma de descender de las mismas, lo que hicieron que con el pasar de los años lo apodaran como “El Águila de Toledo”, en honor por su puesto a su lugar de nacimiento.

El Bebé Californiano

Los Juegos Olímpicos que se desarrollaron en Londres en 1958 fueron testigo del nacimiento de una pequeña leyenda: Bob Mathias. El atleta pasó a la historia de dicha cita, dado que con tan solo 17 años se hizo fuerte y escribió su nombre en lo más alto de la prueba de decatlón, hazaña que por cierto repitió cuatro años más tarde.

Elefante Bebé

Ralph Waldo Rose fue un renombrado atleta norteamericano que brilló en los Juegos Olímpicos de 1904, 1908 y 1912, proclamándose campeón invicto en el lanzamiento de la bala al obtener tres medallas de oro, dos de plata y una de bronce, además de establecer un sinfín de récords mundiales. Su sobrenombre responde a su enorme talento, así como a su contextura física: medía 1,97 metros y pesaba 113 kilos.

La Flaca

La estadounidense Janet Evans fue una nadadora que con tan solo 17 años sorprendió a todos en los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988. Esto, ya que no solo se colgó las medallas de oro en las pruebas de 400, 800 y 400 metros con estilos, sino que también porque se pudo subir al podio y vencer a sus rivales cuando medía tan solo 1,66 metros y pesaba 46 kilos, casi 20 menos que el común de las competidoras.

La Locomotora Humana

Este fue el calificativo que la prensa checoslovaca escogió para el distinguido atleta Emil Zatopeck. ¿La razón? Algo evidente. Él fue el primer hombre en cruzar la meta de los 10 mil metros planos de Londres 1948 en menos de 30 minutos (29 minutos y 59 segundos), algo inédito para la historia del olimpismo mundial.

La Mamá Holandesa

Así se recordó por largos años a la atleta francesa, Francine Elsje Blanker-Koen, más conocida como “Fany”. Esto, a raíz de que tenía 30 años y dos hijos a cuestas cuando decidió participar en los Juegos Olímpicos de Londres de 1948, cita en la que pese a ser criticada por “descuidar las labores del hogar”, triunfó en los 100 y 200 metros planos, 80 metros vallas y 4×100 metros por equipos.

El Caníbal

Ganar cinco veces consecutivas el Tour de Francia le otorgaron este sobrenombre a Eddy Mercks. Y es que el ciclista belga se devoró a todos sus contrincantes cada vez que entró competencia, llegando primero a la meta de dichas citas en nada menos que 35 oportunidades seguidas. “Los organizadores prefieren un triunfo mío”, comentaba cada vez que subía al cetro.