Miguel González no pierde la compostura, sigue hablando con la misma seguridad y energía de siempre. De su boca no salen promesas ni frases grandilocuentes. A sus 28 años está centrado, consciente de que aún no ha completado la hoja de ruta que él mismo se trazó una década atrás.

Hace unos días, el campeón latinoamericano de la categoría Súper Mosca de la AMB apareció en el tercer escalafón del ranking mundial. Si bien no hay una promotora grande que lo respalde, su sueño de campeonato ha perdido el tinte fantasioso y está cada vez más cerca. El cinturón que ostenta el británico Khalid Yafai no es una quimera.

Su camino partió cuando tenía 14 años y un amigo lo llevó al Club México, para que probara con el deporte de los puños. Y alucinó. El boxeo lo salvó de ser engullido por los demonios de la calle que lo perseguían. Pasaba horas martillando el saco, puliendo sus movimientos, haciendo sombra, aprendiendo a resistir los feroces golpes que encajaba en las peleas. Se atrevió a hacerse profesional, a iniciar un camino lleno de pellejerías, que no prometía nada y exigía un sacrificio monacal. Hoy acumula 26 victorias y una sola derrota. Confía en que sus puños lo lleven a donde ni Estanislao Loayza, Arturo Godoy o Martín Vargas pudieron llegar: la cima del mundo.

¿Cuáles son las probabilidades de hacer una pelea por el título el próximo año?

Eso es un poco incierto, pero lo que sí puedo decir es que la AMB está planificando hacer una eliminatoria. No sé si con los cuatro primeros, los tres primeros o los dos primeros. Yo creo que en enero o a fines de diciembre nos van a estar avisando si es que se hace. Si es de cuatro sería con dos semifinales y el ganador de la siguiente pelearía con el campeón.

Estás por sobre peleadores de prestigio como Sho Ishida, Hernán Márquez, Luis ‘Nica’ Concepción y muy cerca de Román ‘Chocolatito’ González ¿Qué te pasa cuando ves tu nombre ahí?

La verdad, sigo igual. Yo quiero ser campeón mundial. Ese es mi objetivo fundamental y, mientras no lo sea, voy a estar inquieto. Pero hasta el momento todo sigue normal.

Hace muchísimos años que un púgil chileno no se medía con la elite mundial ¿Qué has hecho que te diferencia del resto para llegar acá?

Para ser boxeador te tiene que gustar el gimnasio, de partida. El boxeo es un deporte físicamente muy desgastante y, a la hora de la pelea, mucho peor. Cuando uno se sube al ring tiene que estar preparado para lo que venga.
Yo siento que he hecho cosas distintas. Mi preparador físico ha leído sobre la preparación específica para el boxeo. Mi entrenamiento es más moderno y planificado, antes era más rústico. Entreno en una cámara hipoxia que simula tres mil seiscientos metros de altura, corro en una cinta, tengo una máquina eccentric que me hace trabajar el tren inferior y otra para el tren superior. Eso lo hago en la mañana.

En la tarde, hago mucho paragolpes, mucho saco, mucha técnica. Sparring todavía no he hecho, porque es complicado conseguir acá en Chile.

No quiero hacer cosas que otros boxeadores antiguos hicieron y no les resultó.

Se te ha denominado “la gran esperanza del boxeo chileno”. ¿Qué te provoca ese rótulo?

Si la gente lo ve así, está bien. Yo tengo un objetivo claro y no siento presión por eso. Yo tampoco soy un salvador, la cosa no es así. Puede que dispute el título mundial y lo pierda, pero yo voy a mantenerme firme.

Nunca se te ha visto pidiendo apoyo en los medios, aunque reconoces que el camino hasta acá ha sido difícil. A partir de ahora irás enfrentando a atletas que tienen todo para su preparación ¿Esa es una motivación?

No me gusta llorar, nunca he llorado y espero nunca hacerlo. A mí si me apoyan me da lo mismo, no es por ser reiterativo, pero yo quiero ser campeón mundial, es lo que me interesa. Si me apoyan las empresas, bien.

Mi motivación sale de mí, de nunca bajar los brazos. Mi club, el México, siempre me ha apoyado y, más que nada, he aprovechado los contactos que he tenido.

¿En qué condiciones entrenabas cuando partiste y en cuáles lo haces ahora?

Siempre he entrenado en el México. El boxeo es uno solo, se necesita un saco, un par de guantes y listo. Uno de a poco va ganando un poco más. Mi estilo de vida ha cambiado, ha mejorado bastante respecto hace unos años atrás, cuando ganaba 80 lucas mensuales. Ahora gano diez veces eso, además, yo hago clases y entreno a otros peleadores.

Mencionabas que acá tienes muchos problemas para conseguir sparrings antes de las peleas, ¿es una posibilidad irte al extranjero?

Uno de los objetivos del próximo año es estar haciendo sparrings con campeones mundiales, cosa de que no estemos improvisando a última hora. Si peleo con el ‘Chocolatito’, que ya ha sido campeón mundial, tengo que estar preparado. Yo quiero ir tranquilo, habiendo peleado con los mejores antes de la pelea. No quiero tener excusas, no quiero decir después que me faltó esto o lo otro, quiero que estemos en igualdad de condiciones los dos.

¿Y cuál sería un posible destino?

Puede ser México, puede ser Estados Unidos. En Asia también hay muchos boxeadores de mi categoría, me gustaría ir para allá, pero es un poco caro el pasaje ¡jeje!

En Argentina hay buenos boxeadores, pero ya he guanteado mucho allá, ya me los conozco de memoria.

¿Cuál grande es tu ambición?

Sueño con ser campeón todos los días. Desde que empecé a entrenar que me visualicé como campeón mundial. Desde que entré al gimnasio, desde que me subí por primera vez a un ring.