María José Moya mira a todos de su trono. Viene llegando a Chile hace poco más de una semana desde Beijing. En tierras chinas atravesó la pista con su velocidad supersónica más rápido que nadie, a pesar de tener un desgarro de tres centímetros, consiguiendo dos nuevos títulos mundiales. En total suma cinco en su colección, más uno como juvenil.

Lo ha ganado todo o casi todo. Pero ‘Pepa’, se niega a conformarse. Esta mujer de 27 años, que estuvo cerca de retirarse en 2008 por una complicada lesión y que por años tuvo que arreglárselas casi sin apoyo financiero para su carrera, afirma que aún tiene cosas que lograr en el patín. Y, además, cuenta que se prepara para dar el salto a una nueva disciplina. Pepa va por todo.

Después de tantos triunfos, ¿Cómo haces para mantener la motivación a tope?

Siempre están las ganas de seguir entrenando, de seguir mejorando los tiempos, que son lo que yo compito. Gracias a dios he sido campeona mundial en contrarreloj. Mi meta es mejorar mis propios tiempos, mis propias marcas.

Mi motivación siempre ha sido mi familia; mis entrenadores, que son los que se esfuerzan con todo mi proceso de entrenamiento, viendo día a día cómo evoluciona mi entrenamiento y notando cómo se siente María José, porque tampoco se puede seguir una planificación si un día yo me siento mal o mis piernas ya no dan de entrenamiento.

Considerando que el patín no es un deporte olímpico, ¿Qué crees que te falta lograr en el patín carrera?

Me falta lograr la medalla de oro de los Juegos Sudamericanos y la medalla de oro de los Juegos Panamericanos. Con eso ya me daría por pagada en el patín carrera. Las actuaciones que he tenido son algo histórico; conseguí medalla de oro en el mismo mundial dos veces, ningún deportista en Chile lo ha hecho.

En ese sentido, muchos te han calificado como la mejor de la historia de tu deporte, ¿Qué te generan esos comentarios?

Es un reconocimiento a todos los años que le dedicado al deporte. A todas las competencias internacionales en que he ido a representar a Chile. Es un reconocimiento no solo de mi familia, que siempre me valora independiente de que me vaya bien o me vaya mal, sino también de mis compañeros deportistas y de las grandes entidades que apoyan al deporte en Chile.

Antes del Mundial estuviste entrenando patinaje sobre hielo y ahora aspiras a clasificar a los próximos Juegos Olímpicos de Invierno, ¿Cómo se gestó este cambio de disciplina?

Empecé el año pasado con la primera temporada, que fueron solo tres meses. Se creó mucha expectativa a nivel interno, porque los tiempos con que me empecé en diciembre los mejoré cuatro segundos a fines de febrero. Para llevar tan poco tiempo en el patín sobre hielo, el avance es muchísimo.

Ahora, a fines de octubre, vamos a empezar la segunda temporada, que termina en marzo. La idea es mejorar el tiempo y clasificar a las Copas del Mundo del patinaje sobre hielo. Una vez logrado eso, se me abren las opciones de clasificar a los Juegos Olímpicos de Invierno.

¿Para este proyecto cuentas con el apoyo del Ministerio del Deporte?

El primer proyecto lo financiamos con otros tres deportistas. Cada uno tuvo que pagar 7 mil 500 euros. Para este nuevo proyecto me está apoyando el Plan Olímpico, el Comité Olímpico y el Ministerio del Deporte.

En ese sentido, los comienzos de tu carrera estuvieron marcados por la precariedad. ¿Cómo se ha portado en los últimos años la institucionalidad deportiva de este país contigo?

Bien, ellos me apoyan con lo que me merezco. Con lo que me he ganado. Tengo el Proddar, que es mi sueldo, y lo reciben todos los deportistas con logros a nivel internacional. En mis proyectos han respondido bien.

¿Qué tan a mal traer te tuvo la lesión que sufriste en 2008?

Tuve una fatiga muscular en el tibial anterior, el músculo que está al lado de la tibia. Esa lesión me impidió hacer deporte por dos años. Entré a la universidad para poder hacer otras cosas, no era una opción para mí quedarme en la casa sin estudiar ni hacer deporte.

Después conocí a un grupo médico compuesto por Rafael Gutiérrez y Omar Abud. Ellos me ayudaron a salir de la lesión, gracias a ellos pude seguir patinando.

¿Pensaste en dejar el deporte?

La esperanza de volver a patinar siempre estuvo. Nunca bajé los brazos, nunca dije que no iba a seguir. Las ganas por volver siempre estuvieron.

Fue curioso, porque después de esos dos años sin volver a patinar, volví haciendo mis mismos tiempos, como si nunca lo hubiese dejado.

¿Cómo es tu rutina de entrenamiento en Alemania?

En la mañana trabajo en el gimnasio. Hago pesas, circuitos de fuerza, circuitos de potencia. Después tengo un pequeño descanso. Me tengo que cocinar, me tengo que hacer todo. Después me voy al entrenamiento de la tarde con mi grupo. Somos más o menos 20 deportistas de distintos países. Ahí ya es el entrenamiento más fuerte y de patín. Empieza a las 5:30 y termina entre 8 y 8:30. Vuelvo a mi casa, me preparo la cena y me voy a la cama hasta el otro día.

Dicen que la cima es un lugar solitario, ¿Es así en el deporte de alto rendimiento?

Cuando tú quieres lograr tus objetivos, sí. Es un camino muy solo, tienes que salir al extranjero. Yo tengo la suerte de estar con mi hermana, que también es patinadora, y hacer todo con ella. Estamos juntas todos los días, las 24 horas.

Entre tanto entrenamiento y tanta competencia, ¿Qué te gusta hacer fuera de la pista?

Me gusta mucho salir a pasear a mis perros. Tengo tres, acá en Chile. Los llevo a un parque o algo así. También me encanta estar con mi familia, que no la veo nunca. Soy de conversar harto con ellos. Eso es lo que hago.