Aún duele. La medalla de bronce en Sidney fue un triunfo para el fútbol chileno, pero dejó esa amarga sensación de que pudo haber sido mucho mejor. Ese equipo jugó a lo grande, pero diez minutos infernales dilapidaron el sueño. Ante Camerún, Chile pudo haber goleado, pero terminó perdiendo. La dolorosa cantinela de tantas veces emergió otra vez: “jugamos como nunca y perdimos como siempre”.

La historia arrancó seis meses antes de ese 26 de septiembre del año 2000. Antes de disputar la última fecha del Preolímpico de Londrina nadie pensaba que Chile llegaría a Sidney. Se requería una combinación de resultados poco probables. Se necesitaba eso que los periodistas deportivos llaman ‘un milagro’. Y ocurrió. Un gol sobre la hora de Reinaldo Navia contra Argentina y una goleada surrealista de Brasil sobre Colombia le dieron al cuadro de Nelson Acosta un inesperado boleto a Australia.

En el torneo Sub 23 habían brillado, entre otros, David Pizarro, Claudio Maldonado, Rafael Olarra, Reinaldo Navia y Pablo Contreras. Estos nombres eran los llamados a tomar el testimonio dejado por la generación de Francia ’98, que devolvió a Chile a un mundial después de dieciséis años. El técnico, que por reglamento podía incrustar a tres adultos en la nómina, apostó por robustecer la columna vertebral del equipo. Nelson Tapia, Pedro Reyes e Iván Zamorano, que se sumó al plantel sobre la hora tras la negativa de Marcelo Salas, fueron los escogidos.

Los partidos se jugaban en la madrugaba. Había que poner el despertador o pasar de largo. Los goles se gritaban ‘para dentro’, porque no se podía despertar a la famillia. La inmensa colonia chilena asentada en Melbourne teñía los estadios de rojo. Acompañando al plantel de Nelson Acosta se sentían más cerca una tierra que habían dejado hace mucho.

Chile debutó arrasando con el débil Marruecos. Nada extraño, cumplió con la obligación. El siguiente partido era el bravo: España. El equipo que aún era conocido como ‘La Furia’ fue a Australia con un equipo liderado por Miguel Ángel Angulo y unos jóvenes Xavi Hernández y Carles Puyol. También estaban otros que labrarían nombre en el fútbol: Raúl Tamudo, Joan Capdevilla, David Albelda y Carlos Marchena. En el prolegómeno de las fiestas patrias, Chile no solo les ganó sino que los avasalló en Melbourne. Con un Navia pletórico, la ‘Roja’ dio la campanada y ganó por 3-1. La inesperada derrota ante Corea del Sur fue el punto negro de una brillante fase de grupos, por juego y por resultados. A pesar de la caída, el primer lugar del grupo no se vio afectado.

En cuartos de final venía Nigeria. Las ‘Águilas’ se habían impuesto por 3-2 a Argentina en la final de los Juegos de Atlanta, cuatro años atrás. Sus futbolistas rebosaban confianza. El lateral izquierdo del cuadro africano, y jugador del Chelsea por aquel entonces, Celestine Babayaro, lanzó frases despectivas contra su rival en la previa al partido.

Pero la ‘Roja’ dio un recital sobre el gramado de Melbourne. Zamorano, Navia, Tello y Contreras demolieron al vigente campeón olímpico. El descuento Agali fue una insignificante estadística. Finalizado el partido, los jugadores ya se lo creían: podían ser campeones, eran los mejores del torneo.

Tapia y Reyes ordenaban la zaga con autoridad; David Pizarro desquiciaba rivales con sus enganches en el medio y manejaba con elegancia la cadencia del ataque; Rodrigo Tello se internaba a paso trepidante por la izquierda; Zamorano, muy bien acompañado por el ‘Choro’ Navia, sacaba los cañones apenas se presentaba la ocasión. Era un equipo que presionaba y jugaba sin complejos, nada que ver con la deslucida imagen que dejaría el equipo adulto, con varios de estos jugadores, rumbo a Corea y Japón.

“Éramos favoritos. No habíamos llegado siendo favoritos, pero a medida que fue avanzando el torneo, nos convertimos en favoritos por juego y por la jerarquía de los rivales a los que habíamos ido superando. Empezamos a creer y la final era lo mínimo a lo que aspirábamos“, contó Tello en una entrevista a La Tercera años después.

El siguiente rival era, inesperadamente, Camerún. Los ‘Leones Indomables’ eliminaron al Brasil de Vanderlei Luxemburgo, el gran candidato al título. El cuadro africano sostenía su esperanza en un en un cuarteto con recorrido europeo. Samuel Eto’o era la gran figura, el por entonces jugador del Real Madrid ya avisaba lo que sería un lustro después, un goleador de época; Lauren se tomaba la banda derecha y dos años más tarde firmaría con el Arsenal; Carlos Kameni, con solo 16 años, se movía bajo los tres palos con la misma prestancia que lo hacía en el Sion de Suiza; Patrick Mboma, el veterano de 30 años que había hecho carrera en Francia e Italia, ponía la experiencia.

Camerún tuvo la primera del partido. Un remate tímido que sería la única opción que tendrían en el primer tiempo. Chile respondió a los cinco minutos. Tello se descolgó por su banda y encontró vía libre para avanzar. Dejó solo a Navia en el punto penal. El ‘Choro’ hizo la pausa para sacarse al defensor que venía de atrás. Le pegó abajo y junto al poste. La pelota iba a entrar, el arquero estaba batido, pero apareció un camerunés para despejar a un metro de la raya.

La escuadra chilena mantuvo el dominio, pero no podía llegar con frecuencia al arco de Kameni. El arquero recién volvió a ver acción a los 39’, cuanto estuvo brillante en un mano a mano contra el ese entonces delantero de Santiago Wanderers.

En el segundo tiempo, Chile encontró la profundidad que le faltó en la primera mitad. Las llegadas se sucedían una tras otra. Zamorano inició el bombardeo. El capitán se encontró solo en área chica, pero sacó un remate que paso varios metros por encima del travesaño. Tres minutos después, ‘Bam Bam’ bajó con el pecho un pelotazo de cuarenta metros y logró sacarle una pequeña ventaja a la pareja de centrales que lo marcaban como carceleros. El del Inter de Milán disparó cruzado, pero el golero contuvo en doble instancia.

A los 68’ llegó una clarísima. Pizarro rompió líneas con un pase que dejó solo a Álvarez en la derecha. El ‘Huaso’, sin el galope exquisito de los buenos laterales, se las arregló para llegar hasta el área y, con un defensor llegando al cruce, mandó el centro. Zamorano esperaba en el segundo palo listo para liquidar. Pero Claudio Maldonado, que llegaba mal colocado desde atrás, puso su cabeza y se perdió el gol a boca de jarro. El formado en Colo Colo se quedó en el piso unos segundos, mientras la cámara de televisión mostraba a Nelson Acosta tomándose la cabeza con ambas manos.

La frustración sería aún más grande con el ‘Chester’. Camerún falló por enésima vez tirando la línea del off-side y una pelota bombeada le cayó al volante, que tuvo todo el tiempo del mundo para acomodarla. Amagó con patear al arco repetidamente. A sus espaldas llegaban dos compañeros con el arco a disposición. De todas las opciones posibles, escogió pegarle al palo que Kameni tenía mejor cubierto. Zamorano corrió enajenado para ‘putearlo’ en todos los tonos. A esas alturas, la Roja podría haber ido ganando por más de un gol, pero apenas empataba. Era una farra monumental.

Chile conocería la alegría en ese partido. Una pelota larga llegó al área africana. Sebastián González ganó la carrera pero definió al medio del arco. Con la punta del botín derecho, Kameni alcanzó a desviar, pero para su mala suerte la pelota rebotó en el muslo de Wome y se metió en el arco. Por fin. A trece minutos del final Chile se estaba metiendo en la final olímpica. El sueño de oro empezaba a materializarse.

Camerún, que solo había inquietado a Tapia con un remate de M’Boma en el segundo lapso, tuvo que salir de su feudo. El reloj estaba en contra y Eto’o no se encontraba. Sin embargo, en 10 minutos hicieron todo lo que no habían hecho en el partido. En el minuto 83, la defensa chilena se hizo un nudo para despejar un córner y M’Boma aprovechó el enredó para sacudir la portería de Tapia con una potente volea de zurda. La incredulidad invadía la fisonomía chilena.

Pero el ‘Mágico’ aún no había terminado, le quedaba un último as bajo la manga. No por nada sería nombrado jugador africano del año. Recibió de espaldas al arco, muy cerca de la medialuna. Se sacó a su marcador con un giro y se metió al área. Pablo Contreras salió a frenarlo con el ímpetu de la inexperiencia, el camerunés lo entendió muy bien e hizo picar el anzuelo al defensor. Penal. Lauren no acusó presión al patear y con toda calma batió a Nelson Tapia. Una ráfaga desoladora. Chile, como en tantas ocasiones, estuvo cerca pero no concretó, la marca histórica del fútbol nacional hasta la aparición de la Generación Dorada.

“Si nosotros hubiésemos pasado en ese partido con Camerún, estoy seguro que esa final ante España la ganábamos”, comentó Maldonado un par de años atrás.

Chile se impuso a Estados Unidos en la definición por el bronce
. Fue la última gran faena de Zamorano, goleador del torneo, con la selección. Un año después se retiraría para siempre del seleccionado. También fue el único logro de una generación que, en su gran mayoría, miró los mundiales desde casa y nunca pasó de cuartos de final en una Copa América.

Camerún se impuso por penales a España en la final y se llevó el oro. Chile nunca más se ha vuelto siquiera a clasificar a unos Juegos Olímpicos.