“Te juro que si lo pillo en la calle, lo mato”, brama un desesperado Luis Núñez. “Te juro que lo mato”, repite el por entonces jugador de Universidad Católica. Tratan de calmarlo. Lo abrazan, le toman la cabeza, le hablan, pero se escabulle y vuelve a arremeter contra el muro humano que lo separa del camarín de Colo Colo. Allí está Arturo Sanhueza, el rival que lo desquició sobre el final del partido.

Ese día Colo Colo y la Universidad Católica se jugaban el título del Apertura 2007. Tras un arranque a todo vapor, los albos se fueron estancando en el campeonato, permitiendo que la UC recuperara terreno. A falta de tres partidos para el final del torneo, con 40 puntos cada uno, ambos elencos saltaron al gramado de Macul para disputar el cotejo que, seguramente, decidiría al campeón.

En un plantel con jugadores como Esteban “Bichi” Fuertes, Roberto Gutiérrez, un joven Gary Medel y José María Buljubasich, Núñez estaba brillando con luces propias. Tras varios años deambulando por clubes de segunda línea e incluso probando suerte en Estados Unidos, Núñez, a sus 27 años, por fin estaba teniendo revancha en la Católica, el club que lo formó y del que se declara hincha furibundo. Sus goles, sus lujos y su habilidad lo habían convertido en pieza clave en el equipo del peruano José Guillermo del Solar, dándole la razón a aquellos que lo conocían bien y aseguraban que podía ser crack si se encarrilaba. En el partido más importante del año le tocaba demostrar de qué madera estaba hecho.

Pero Colo Colo no era cualquier equipo. Venía de ser bicampeón en el fútbol chileno y subcampeón de la Copa Sudamericana. En sus filas brillaban: Humberto Suazo, Alexis Sánchez y Arturo Vidal, entre otros. Era un peso pesado e hizo pesar sus pergaminos desde un comienzo. A los 15’ Rodrigo Millar conectó un centro rastrero lanzado desde la derecha por Humberto Suazo y a los 28’, el mismo Suazo, apareció a la salida de un córner para estirar la ventaja colocolina.

La UC estaba petrificada, sin respuestas colectivas ni menos individuales. “Luchopato”, impotente, no hacía pie en la cancha del Monumental y apenas entraba en juego. Era un náufrago perdido entre tanta camiseta blanca.

Terminado el primer tiempo, el tanteador indicaba dos para Colo Colo y nada para la visita. Si bien no era un marcador abultado, la supremacía en el juego destensó los nervios de la parcialidad alba. El tricampeonato se veía más cerca. Pero el segundo tiempo trajo a la cancha a otra UC, con más descaro y afán ofensivo. Los cruzados aportillaron una y otra vez el arco de Sebastián Cejas. Núñez, sin brillar, subió su nivel. El Colo Colo sólido del primer tiempo había perdido los colores y empalidecía ante cada ataque visitante. El “Bichi” Fuertes puso el descuento. Después vino un remate en el palo del “Pájaro” Gutiérrez y una salvada en la línea de Luis Mena. El empate, daba la impresión, estaba al caer.

En los estertores del encuentro, con la UC bombardeando sin sosiego la coraza defensiva del equipo de Claudio Borghi, “Luchopato” fue a pelear una pelota sobre la raya con Sanhueza. Allí, entre forcejeos y manotazos, asomó un insulto, una ‘bravuconada’ del fútbol. Pocos segundos después, Carlos Chandía pitó el final del partido. Mientras Arturo Sanhueza corría con los brazos en alto hacia el círculo central, un furioso y desencajado Núñez iniciaba una frenética carrera por la cancha David Arellano cuya única meta era ajusticiar al volante de quite de los albos.

El técnico de los cruzados, aprovechó de insultar a Sanhueza a la pasada y éste le respondió: “tú cállate, peruano muerto de hambre”. Seis fechas le cayeron al volante de corte por sus insultos racistas.

Después de varios intentos fallidos por detener al delantero de la UC, la persecución enfiló rumbo hacia los camarines, pero en el campo de juego ya se había armado una tole tole de proporciones que tuvo en el intercambio de puños de Borghi con el actual preparador físico de la selección chilena, Alejandro Richino, su round más célebre.

Afuera del camarín colocolino, Núñez enardecido parecía dispuesto a todo. Entre tres, apenas lo pudieron contener. Rodrigo Meléndez (que no había jugado) y el PF colocolino, Hernán Torres, tras mucho batallar lograron bajarle un poco las revoluciones. Una vez evitada la gresca, y un ápice más calmado, Núñez declaró: “No me arrepiento de lo que pasó. Sanhueza supuestamente es un jugador guapo. De guapo no tiene nada, porque en la cancha se ven los guapos. No se ven diciéndote cosas. Estoy molesto con él, sigo de la misma manera que estaba dentro de la cancha”.

¿Qué le dijo el albo? “Me dijo que éramos una cagones, que nos habían ganado. ¿Cagones? ¿De qué manera? Estuvimos cuarenta y cinco minutos metidos en su arco. De cagones no tenemos nada”. Sanhueza, en tanto, abandonaba el estadio sin emitir declaraciones y con una sonrisa socarrona en su rostro.

Finalmente Colo Colo ganaría ese campeonato de forma angustiante y “Lucho” Núñez inicio una decadente trayectoria futbolística y personal que lo llevaría a la cárcel. Nunca volvió a tener el nivel que exhibió en ese Apertura 2007. Su historia, como la de tantos otros, es la del crack que no fue.