Lejos de la provechosa vida que su exitosa carrera futbolística le ha otorgado, fue la infancia del Franck Ribery.

El jugador francés no solo fue abandonado por sus padres en la puerta de un convento cuando era un bebé, sino que también sufrió un horrible accidente automovilístico cuando tenía dos años de edad, el que le dejó como secuela una enorme cicatriz en su rostro.

Los cien puntos de sutura que le realizaron forjaron su carácter. Y es que en vez de deprimirse por la marca que lo ha acompañado hasta el día de hoy, el compañero de labores de Arturo Vidal rápidamente dio vuelta la página y se propuso convertirse en uno de los mejores futbolistas del mundo.

“La cicatriz… eso fue lo que me dio carácter y esta fuerza. Porque cuando eres chico y tienes una cicatriz así no es fácil”, admitió Ribery en una entrevista con el Canal + de Francia, como consigna Infobae.

El jugador del club bávaro no se olvida de lo que tuvo que pasar cuando tan solo era un niño y, notoriamente emocionado, recordó al citado medio lo difícil que fue crecer con esa cicatriz.

“La gente decía: ‘mira lo que tiene esa cara, mira su cabeza, qué es esa cicatriz, es feo…’. A donde sea que iba, la gente siempre me miraba. Y no porque era buena persona, no porque mi nombre es Franck, no porque era bueno para jugar fútbol, sino por la cicatriz”, agregó.

En la misma línea, Ribery sostuvo que “aunque era joven y me molestaba, nunca me fui a la esquina y empecé a llorar. Nunca, nunca, nunca… pero sí sufrí”, concluyó.

Recordemos que Ribery en el 2013 no solo ganó la Champions League con su actual club, sino que también estuvo a punto que conseguir el anhelado Balón de Oro. Ese año además se quedó con el galardón al mejor jugador de Europa, superando a Messi y Cristiano Ronaldo.